
Es así, cada uno de nosotros vivimos la vida según la interpretación que hacemos de los eventos que la componen, pensamos que los otros están interpretando las cosas igual que nosotros cuando probablemente no es así… vivimos en Babel. La alegoría de los diferentes idiomas podría estar representando como cada uno de nosotros, a pesar de recibir el mismo mensaje lo interpretamos de forma diferente.
Un estudioso de los reptiles ve una culebra y le llama la atención, la busca, la toma, sabe que no es venenosa… un hombre de ciudad que nunca ha estudiado a ese tipo de animales ve a una culebra y seguro la confunde con una serpiente, el único conocimiento que tiene es el pánico que le han trasmitido los programas de televisión… saldrá corriendo.
Ambos se encontraron con la misma señal, pero reaccionaron distinto, porque cada uno estaba “programado” de forma diferente para reaccionar delante de ese reptil. Es así con todo lo que vivimos si actuamos de forma automática desde el programa que todos llevamos dentro y que hemos ido formando con conocimientos y experiencias, si no nos detenemos a pensar que puede haber otro camino, otra respuesta no condicionada, siempre haremos las cosas de la misma forma y obtendremos los mismos resultados. Lo sugerido es identificar cuando lo aprendido nos sirve para salvarnos de situaciones que podrían representar un peligro real o para aprovechar situaciones prácticas de vida y, cuándo nos priva de vivir nuevas experiencias, nos esclaviza o nos impide ser genuinos.
Escribiendo sobre culebras recordé un cuento hindú, de esos que, cómo las parábolas de Jesús, traen implícito un mensaje. Es esta oportunidad el relato es de Shankara, personaje importante en la tradición védica.
Un hombre va por un camino al atardecer y de pronto ve una gran víbora enroscada en el suelo. Echa a correr aterrorizado e inquieta a todos con sus gritos de “una víbora, una víbora”. Los habitantes de la aldea también se aterrorizan, las mujeres y los niños no quieren salir de las casas debido a la serpiente y la vida normal empieza a oscurecerse por la aprehensión que sienten todos. Surge entonces un valiente que decide ir a ver a la serpiente. Le pide al primer hombre que lo lleve al sitio y cuando llegan lo que encuentran no es una serpiente, sino una cuerda enrollada en medio del camino.
La próxima vez que sientas miedo o las cosas no vayan como esperas acuérdate del pueblo que vivió atemorizado, se valiente y asegúrate que no has confundido una víbora con una cuerda… Solo será real lo que tu mismo te dices que es real y si basas tu realidad en lo que te han enseñado los demás o tu pasado, puede que seas esclavo de una “verdad” que no necesariamente se corresponde con el momento que estás viviendo…
susana colucci
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