Así es meditar. Tan fácil como respirar. Solo se requiere perseverancia y el deseo de hacerlo. Meditar sirve para calmarse, para visualizar los deseos, para solucionar problemas, para alargar la vida, para mejorar la salud, para conocerse a si mismo y… para conocer el silencio que nos hace entender que somos Uno con Dios. Veinte minutos al día basta. Mejor si son dos veces al día.
Uno de los pasos para que se cumplan los deseos es lograr al menos una vez al día visualizarnos realizándolos, viéndonos en el deseo cumplido disfrutando del logro. Una de las formas para lograr hacer eso es mediante la meditación. Pero, como nos enseñan de todo menos a meditar, lo mejor es primero acostumbrarnos a hacerlo de una forma sencilla: respirando.
Busca un lugar tranquilo en donde la probabilidad que te interrumpan sea mínima. Siéntate en una posición cómoda, preferiblemente en el piso con las piernas cruzadas, sino en una silla con la espalda recta y los pies bien plantados en el piso. O acostado con las manos en el pecho formando unos de los mudras apropiados. Tu encontrarás la posición que mas te preste. Cierra los ojos y fíjate en tu respiración…inhalas, exhalas… inhalas, exhalas… si te fijas un poquito mas notaras que ese proceso tiene sonido, sooooo jummmmmmm sooooo jummmm soooo jummmmm
Concéntrate en el sonido de tu respiración y siéntete agradecido por ese proceso sencillo que todos compartimos y que nos une sin que nos demos cuenta: Todos respiramos el mismo aire, desde siempre, ahora, por siempre. Compartimos la misma vida.
susana colucci.
susana colucci.
La historia es una versión libre de un relato de Anthony de Melo en su libro Sadhana