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Alumbrando a otros.

Alumbrando a otros. Foto de Cronos Josué Mejía Colucci Hace cientos de años, había un hombre en una ciudad de Oriente, que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.

En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo; entonces, le dice: “¿Que haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!”

Entonces, el ciego le responde: “Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí. No sólo es importante la luz que me sirve a mí sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella. ¿No sabes que alumbrando a otros, también me beneficio yo, pues evito que me lastimen otros que no podrían verme en la oscuridad?”


Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil, muchas veces en vez de alumbrar, oscurecemos mucho más el camino de los demás. ¿Cómo? A través el desaliento, la crítica, el egoísmo el desamor, el odio, el resentimiento. ¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás, sin fijarnos si lo necesitan o no! Llevar luz y no oscuridad.

Todos pasamos por situaciones difíciles a veces, todos sentimos el peso del dolor en determinados momentos de nuestras vidas, todos sufrimos en algunos momentos y lloramos en otros. Pero no debemos proyectar nuestro dolor cuando alguien desesperado busca ayuda en nosotros. No debemos exclamar como es costumbre “La vida es así” llenos de rencor y de odio. Por el contrario, debemos ayudar a los demás sembrando esperanza en ese corazón herido. Nuestro dolor es y fue importante, pero se minimiza si ayudamos a otros a soportar y sobrellevar su propio dolor. ¡Luz! ¡Demos luz!

Tenemos en el alma el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer. Está en nosotros ser Luz y no permitir que los demás vivan en las tinieblas.

Fuente:
http://www.urbe.edu/campus_urbe/boletin-08-12-20005.html




Recibido por email de Marinela Ramirez.
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