La muerte es un tema que tiene matices dependiendo de quien lo trate, como todo, porque el marco de referencia ego siempre nos acompaña, pero en este caso un poco mas acentuado.
Para alguno es macabro, valga la redundancia, para otros aterrador, puede ser también indiferente o interesante. Y hay quienes siquiera aceptan pensar en el. Muerte es una palabra que ha sido cargada con oscuridad, la visten de negro con una hoz, la hacen terrible enemiga pero también hay quienes dulce amiga. Vemos nuevamente cómo las cosas dependen de la interpretación que le demos y como nos vemos.
Hay dos ejemplos que me gustan para hablar de la vida “vivos” y la vida “muertos” y que además, para mi, dibujan el concepto “Uno con el Todo”. La electricidad con los bombillos y el océano con sus olas.
Ambos la electricidad y el océano son un todo que se manifiesta en cada una de sus partes siguiendo leyes preestablecidas en invariables. El bombillo irradia electricidad en forma de luz, mas no es la electricidad, cuando se quema lo botamos pero eso no acaba con su esencia. Así nuestro cuerpo manifiesta nuestro ser, pero no es nosotros, solo el medio que tenemos para manifestarnos, es uno de los bombillos de Creador :) cuando el se acaba nosotros no.
Las olas son manifestaciones infinitas del océano que al tomar forma parecen tener vida propia, nacen, se desarrollan y mueren… uniéndose a su fuente. Nunca dejan de formar parte de la inmensidad acuática. Así somos, manifestaciones continúas del Amor que en esta ocasión, tomamos forma de un cuerpo que parece tener vida propia. Nacemos y, crecemos escogiendo caminos de la vasta selección que puso a nuestra disposición el Creador cuando nos pensó. Y cuando morimos no terminamos, solo regresamos a la Fuente.
Una vez leí un poema de los indios Hopi que me gustó, viene a colación por el tema de la vida "muertos". Lo comparto contigo desde el Amor.
susana colucci
Namaste
Epitafio para aquel que ha llegado
No vayas a mi tumba y llores
pues no estoy ahí.
Yo no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan,
el brillo de un diamante en la nieve,
la luz del sol sobre el grano maduro,
la suave lluvia de verano.
En el silencio delicado del amanecer
soy un ave rápida en vuelo.
No vayas a mi tumba y llores,
no estoy ahí,
yo no morí.
Para alguno es macabro, valga la redundancia, para otros aterrador, puede ser también indiferente o interesante. Y hay quienes siquiera aceptan pensar en el. Muerte es una palabra que ha sido cargada con oscuridad, la visten de negro con una hoz, la hacen terrible enemiga pero también hay quienes dulce amiga. Vemos nuevamente cómo las cosas dependen de la interpretación que le demos y como nos vemos.
Hay dos ejemplos que me gustan para hablar de la vida “vivos” y la vida “muertos” y que además, para mi, dibujan el concepto “Uno con el Todo”. La electricidad con los bombillos y el océano con sus olas.
Ambos la electricidad y el océano son un todo que se manifiesta en cada una de sus partes siguiendo leyes preestablecidas en invariables. El bombillo irradia electricidad en forma de luz, mas no es la electricidad, cuando se quema lo botamos pero eso no acaba con su esencia. Así nuestro cuerpo manifiesta nuestro ser, pero no es nosotros, solo el medio que tenemos para manifestarnos, es uno de los bombillos de Creador :) cuando el se acaba nosotros no.
Las olas son manifestaciones infinitas del océano que al tomar forma parecen tener vida propia, nacen, se desarrollan y mueren… uniéndose a su fuente. Nunca dejan de formar parte de la inmensidad acuática. Así somos, manifestaciones continúas del Amor que en esta ocasión, tomamos forma de un cuerpo que parece tener vida propia. Nacemos y, crecemos escogiendo caminos de la vasta selección que puso a nuestra disposición el Creador cuando nos pensó. Y cuando morimos no terminamos, solo regresamos a la Fuente.
Una vez leí un poema de los indios Hopi que me gustó, viene a colación por el tema de la vida "muertos". Lo comparto contigo desde el Amor.
susana colucci
Namaste
Epitafio para aquel que ha llegado
No vayas a mi tumba y llores
pues no estoy ahí.
Yo no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan,
el brillo de un diamante en la nieve,
la luz del sol sobre el grano maduro,
la suave lluvia de verano.
En el silencio delicado del amanecer
soy un ave rápida en vuelo.
No vayas a mi tumba y llores,
no estoy ahí,
yo no morí.