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Los sueños

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Normalmente, pasamos durmiendo un promedio de 20 años de nuestra vida, y los científicos que estudian el mecanismo cerebral calculan que el ser humano tiene aproximadamente 300,000 sueños en el lapso de su vida. En síntesis, el dormir y soñar son actividades muy importantes para nosotros, aunque la cantidad de tiempo que cada individuo consume en ellas varía. Hay quienes duermen relativamente poco sin que esto afecte su salud.

En décadas recientes, la ciencia médica se ha interesado en estudiar el cómo y el por qué funciona el mecanismo del sueño. Al igual que el estado consciente, el dormir es un proceso activo del sistema nervioso. Cuando cae la noche, los ojos lo informan en forma indirecta al reloj biológico (la glándula pineal), la cual se encuentra muy dentro del cerebro. La pineal segrega luego una hormona que afecta las células cerebrales.

Esta es una reacción química transmisora concentrada en la base del cerebro, y es la responsable del estado consciente. Cuando estamos dormidos se reducen los impulsos sensorios del mencionado sistema, y la actividad eléctrica que de allí se dirige a toda la corteza cerebral baja a un nivel inferior al que es necesario para mantener despierto al individuo. Aún así, el cerebro de la persona no deja de funcionar.

El dormir involucra distintos ciclos de actividad, demarcado cada uno por varias etapas. En la primera etapa el individuo se relaja y fluctúa en un estado intermedio de conciencia. En la segunda etapa sus ojos giran de lado a lado: el más mínimo ruido puede sacudirlo y despertarlo. En la tercera etapa el cuerpo está más relajado; sería necesario un ruido muy estridente para despertarle. Después de 25 minutos de sueño se inicia la cuarta etapa, el sueño profundo, retrocediendo luego a los estados tercero y segundo.

En vez de empezar por la primera etapa, la persona dormida entra en la primera de varias fases de lo que se conoce paradójicamente como "movimiento rá­pido ocular". En esta etapa, las células productoras de la hormona "noradrenalina", situadas en la sección media de la corteza cerebral, bombardean una serie de impulsos que llegan a las células adyacentes y afectan la corteza cerebral. De acuerdo con la teoría de la síntesis de activación, la corteza extrae información de los "bancos" de la memoria que ayudan a formar los patrones de señales de lo que conocemos como sueños.

Mientras tanto, los ojos se mueven de un lado a otro bajo los párpados cerrados, mientras escudriñan las imágenes creadas en la mente. Al mismo tiempo, señales del cerebro paralizan los músculos mayores, evitando así los movimientos violentos de las extremidades. Cada ciclo del sueño dura aproximadamente 90 minutos, y la mayoría de la gente tiene de cuatro a cinco ciclos por noche.

La necesidad de dormir y soñar puede ser explicada de varias maneras. El sueño profundo estimula las hormonas de crecimiento que son las que elaboran y reparan los tejidos. La fase de sueño conocida como "movimiento rápido ocular" restaura al abrumado cerebro. Según Sigmund Freud, soñar da expresión a los deseos sexuales reprimidos. La psicología moderna ve el sueño como un factor que armoniza el mundo interno del que sueña con su ambiente externo, ensayando con modelos genéticos de con­ducta o ayudando a la mente a separar y archivar las experiencias del día.

El simbolismo de los sueños

Una de las peculiaridades más interesantes de los sueños es su lenguaje, particularmente su simbolismo. Hay ocasiones en que la persona que sueña logra reconocer el simbolismo, pero en la mayoría de los casos éste escapa a su comprensión. Por ejemplo, a una persona inteligente que sueña que ha sido herida con un instrumento filoso y al despertarse descubre que le picó un insecto, no le será difícil comprender que el puñal simbolizaba el insecto. En otros sueños el simbolismo será más complejo, por ejemplo, soñar que un amigo nuestro está atascado en un hoyo en la tierra, en un lugar muy cerrado o en arenas movedizas.

Esta situación quizás pareciera no tener sentido, pero si se nos ocurre que hemos estado pensando que nuestro amigo está metido en problemas, en una situación difícil, entonces enten­deremos que nuestro sueño tiene relación con nuestros pensamientos.

El mundo de los sueños no existiría sin los símbolos, ya que la mente se expresa por medio de estos. Hay algunos símbolos que son reconocidos por todos, como cruz roja, por ejemplo, o el caduceo, símbolo de la medicina o el comercio. Pero, en general, cuando se trata de sueños los símbolos tienen un significado íntimo para la per­sona, pues para otros el mismo símbolo tendría un significado diferente.

Hay quienes se preocupan mucho por lo que sueñan. El soñar es algo tan natural y tan necesario, que sólo debiera preocuparnos sí tuviéramos el mismo sueño muchas veces consecutivas, pues sería indicativo de que hay algo que nos preocupa y que puede solucionarse si analizamos el significado de su simbolismo.

Se ha escrito mucho sobre el tema de los sueños, pero todavía queda mucho por aprender. Esperamos que sus sueños sean agradables y, si en este punto de la lectura se está durmiendo, buenas noches -zzzzzz.



Los sueños
Por Rubén A. Dalby, F.R.C.

Edición realizada gracias a la colaboración de Virginia Gaskell Marmol al foro Teurgiagoetia
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