La respiración en zazen es primordial. Consiste en concentrarse en la expiración, seguir la expiración, larga, profunda, empujando los intestinos hacia delante, un poco por debajo del ombligo.
El vientre se hincha, no hay que forzar. Después la inspiración se hace naturalmente, y de nuevo la espiración larga, profunda, lenta. Normalmente en la vida cotidiana no tenemos consciencia de cómo respiramos. Aquí, en el equilibrio de zazen, nos detenemos en nuestro cuerpo vivo, no sólo en la mente.
La respiración es la consciencia. Primero, ser conscientes de cómo respiramos, de esta función natural. Todo se aclara, la sangre se purifica, la mente se simplifica.
Después viene ser conscientes de la actitud de nuestro espíritu. Ser conscientes no significa buscar, sino aceptar el estado de concentración o no concentración.
Durante zazen la actitud del espíritu es de dejar pasar los pensamientos y concentrarse en el momento presente. Abandonar la conciencia personal del pasado y del futuro, o del antes y el después. Dejar pasar las ilusiones, las ideas, los sueños y los deseos... permaneciendo en el aquí y ahora. El espíritu pasa del pensar al no pensar y del no pensar al pensar, no permanece en uno u otro estado. Pensamos desde lo más recóndito del no pensamiento: no pensamos pero pensamos - esto es la conciencia Hishiryo, más allá del pensamiento.
Unos pensamientos se desvanecen, otros aparecen. El depósito de nuestra conciencia se vacía y se agota. Se encuentra el punto de equilibrio, de unidad del cuerpo y del espíritu. Ni Sanran, demasiada actividad cerebral, ni Kontin, demasiada somnolencia. Shikantaza. "Shi", la concentración en el cuerpo-espíritu. "Kan", la observación de la postura y de la presencia o ausencia de pensamientos. El espíritu no se fija en un punto o un concepto; se amplía, se vuelve como el vasto cielo, aceptando todo. Inconscientemente, naturalmente, automáticamente, aparece el Samadhi en la tranquilidad y la felicidad del ser y las semillas de la sabiduría se reproducen en nuestras acciones cotidianas. El cuerpo-espíritu son uno, sin separación. Tocamos la cosa real.
Durante zazen no debemos seguir nuestra conciencia personal, tenemos que encontrar la conciencia Hishiryo. Hishiryo es una experiencia directa, es una identidad más allá de las palabras o los conceptos, por eso no se puede expresar, pero se transmite "I Shin Den Shin" -de mi espíritu a tu espíritu- de maestro a discípulo.
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