El día 8.8.2008 el planeta azul será receptor de un auténtico bombardeo lumínico cuya finalidad es darle un firme empujón para que penetre en la tierra prometida de la consciencia, la llamada Quinta Dimensión. No se trata de un simple encuentro entre grupos de iluminados sino de un acontecimiento de alcance mundial.
El corazón crístico de cada ser humano recibirá una descarga capaz de hacerlo estallar y transformarse en una onda expansiva de alto poder contagioso. Algo así como una pandemia amorosa. Su efecto será en cierta forma comparable (en nuestra psique) al del hongo nuclear, su propulsor será la fuerza uraniana enriquecida, es decir el amor crístico en toda su pureza. Si existieran medidores de amor/actividad, se volverían locos.
Nadie puede quedar indiferente ante tamaña descarga lumínica, afectará a todo bicho viviente pero tal vez impactará con mayor ímpetu en las personas que se dispongan a recibirla conscientemente, y ya son cientos de miles a lo largo y ancho del planeta. Se darán las condiciones para que se produzca una nueva convergencia armónica, similar a la que se dio en el año 1987. Un momento a partir del cual florecieron y empezaron a dejar oír su voz los llamados "lightworkers" o sea los trabajadores de la luz, los "chispas" divinos.
Es cuando se empezaron a tejer extensas redes de consciencia que culminarán ahora en este nuevo salto cuántico que nuestros hermanos de la octava Dimensión de Orión se disponen a impulsar el 8.8.08. El ocho es el número que corresponde al Séfira Hod en el Árbol Cabalístico, representa la fuerza mercuriana, la que se ocupa de traer a la Tierra los mensajes del cielo. Es el número de la conectividad y es también el signo del infinito y de la eternidad.
Conectividad interestelar en este caso. Pero no se trata sólo de que entren en contacto con la Tierra otros sistemas estelares, cosa que ya ocurre desde hace mucho tiempo, sino también de la conectividad celular en el ser humano. Se trata de que nuestros órganos y nuestro pueblo celular se comporten como un patio de vecinos bien avenidos, que sean solidarios unos con otros, que sepan intercambiar su luz/energía y sus alimentos en caso de necesidad. Que todos los personajes que constituyen el elenco de nuestra psique
sean una familia muy unida.
Y para que exista unión en una familia, se necesita un elemento aglutinador: el Yo Superior (embajador plenipotenciario del Padre Eterno), o director general de nuestra entidad humana. Ese núcleo de nuestro ser es el que va a recibir el tremendo impacto lumínico del 8.8.08 (por cierto, 8x3 = 24, el número de seres que constituye el Consejo de Orión), es quien tendrá que encargarse de distribuir ese tesoro de luz por todo su
reino.
Si cada uno de los súbditos de ese gran Rey se pone en actitud receptiva y abre de par en par los pórticos de su corazón crístico, el tesoro penetrará mucho mejor. Hablemos pues con nuestro mundo celular para predisponerlo de cara a este gran evento. Si lo hacemos, contagiaremos al resto de la sociedad a través de la resonancia mórfica, ese sistema de telegrafía sin hilos, y estaremos favoreciendo la implantación de la dimensión de la consciencia.
Pero para conseguir una máxima efectividad, tendremos que usar el Mister Proper, el salfumán y la lejía para dejar impoluta nuestra "casa", puliendo hasta el último de los rincones. Intentar eliminar de nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente cualquier rastro de mugre.
Para dar una imagen gráfica que facilite la comprensión, imaginemos que disparamos una flecha y que ésta, en su trayectoria, empieza a encontrar obstáculos que la van desviando de su trayectoria. Si consigue llegar hasta el centro de la diana, lo más probable es que no le quede la suficiente energía como para clavarse en ella. Lo mismo ocurrirá con ese misil de amor y luz que nos mandarán desde la octava dimensión si quedan en nuestra psique bloqueos, adherencias, apegos, complejos y resistencias.
Pero en este caso es posible que la carga lumínica, en vez de energizar nuestro núcleo
divino, active esas adherencias, complejos y obstáculos que encuentre a su paso. Y estos se verían corregidos y aumentados para darnos así la oportunidad de identificarlos y liquidarlos. Por ello, a cada vez que se produce un acontecimiento como el del día 8.8, -por ejemplo cuando estallan tormentas solares y la Tierra recibe un bombardeo fotónico- suelen ocurrir dos cosas: que se active el corazón crístico y aumenten las capacidades extrasensoriales y el nivel de conciencia de una determinada franja de la población, que se produzcan fenómenos psi de toda índole y curaciones milagrosas. O bien que los marcadores de negatividad se disparen y alcancen cotas muy altas.
Respecto a los saltos cuánticos (se aplica el término salto cuántico al cambio de estado un electrón que pasa de un nivel de energía a otro, dentro de un átomo mediante la
emisión o absorción de un fotón o célula de luz), Carlos Schabbath decía lo siguiente: "Cuando un electrón efectúa un salto cuántico, no hemos de imaginarlo saltando de una órbita a otra, sino que realiza una transición entre dos estados cuánticos distintos. En cierto sentido, se podría afirmar que un electrón puede ocupar en un mismo instante un número infinito de posiciones espaciales al mismo tiempo pero también un número infinito de distintos estados energéticos".
Esto es lo que podría ocurrir con los seres humanos el día 8.8.08, sobre todo los que sean conscientes de lo que está ocurriendo. Podrían llegar a comunicar con otras dimensiones, con otras esferas de realidad, interpenetrándolas, igual que lo harán con nosotros los maestros de Orión. Si ofreciéramos una resistencia cero a la penetración de esos rayos fotónicos, nos transformaríamos en pura luz.
En ese sentido el mencionado autor comentaba que " El universo es la interpretación que nuestro complejo energético hace de la resistencia a ser penetrado". O sea que en la medida en que nos resistimos a la entrada de la luz, creamos mundo, creamos anécdotas, forma, situaciones, dramas, enfermedades, creamos espejos (personas que forman parte de nuestro elenco particular) que tendrán que encargarse de reflejar nuestras movidas interiores.
El corazón crístico de cada ser humano recibirá una descarga capaz de hacerlo estallar y transformarse en una onda expansiva de alto poder contagioso. Algo así como una pandemia amorosa. Su efecto será en cierta forma comparable (en nuestra psique) al del hongo nuclear, su propulsor será la fuerza uraniana enriquecida, es decir el amor crístico en toda su pureza. Si existieran medidores de amor/actividad, se volverían locos.
Nadie puede quedar indiferente ante tamaña descarga lumínica, afectará a todo bicho viviente pero tal vez impactará con mayor ímpetu en las personas que se dispongan a recibirla conscientemente, y ya son cientos de miles a lo largo y ancho del planeta. Se darán las condiciones para que se produzca una nueva convergencia armónica, similar a la que se dio en el año 1987. Un momento a partir del cual florecieron y empezaron a dejar oír su voz los llamados "lightworkers" o sea los trabajadores de la luz, los "chispas" divinos.
Es cuando se empezaron a tejer extensas redes de consciencia que culminarán ahora en este nuevo salto cuántico que nuestros hermanos de la octava Dimensión de Orión se disponen a impulsar el 8.8.08. El ocho es el número que corresponde al Séfira Hod en el Árbol Cabalístico, representa la fuerza mercuriana, la que se ocupa de traer a la Tierra los mensajes del cielo. Es el número de la conectividad y es también el signo del infinito y de la eternidad.
Conectividad interestelar en este caso. Pero no se trata sólo de que entren en contacto con la Tierra otros sistemas estelares, cosa que ya ocurre desde hace mucho tiempo, sino también de la conectividad celular en el ser humano. Se trata de que nuestros órganos y nuestro pueblo celular se comporten como un patio de vecinos bien avenidos, que sean solidarios unos con otros, que sepan intercambiar su luz/energía y sus alimentos en caso de necesidad. Que todos los personajes que constituyen el elenco de nuestra psique
sean una familia muy unida.
Y para que exista unión en una familia, se necesita un elemento aglutinador: el Yo Superior (embajador plenipotenciario del Padre Eterno), o director general de nuestra entidad humana. Ese núcleo de nuestro ser es el que va a recibir el tremendo impacto lumínico del 8.8.08 (por cierto, 8x3 = 24, el número de seres que constituye el Consejo de Orión), es quien tendrá que encargarse de distribuir ese tesoro de luz por todo su
reino.
Si cada uno de los súbditos de ese gran Rey se pone en actitud receptiva y abre de par en par los pórticos de su corazón crístico, el tesoro penetrará mucho mejor. Hablemos pues con nuestro mundo celular para predisponerlo de cara a este gran evento. Si lo hacemos, contagiaremos al resto de la sociedad a través de la resonancia mórfica, ese sistema de telegrafía sin hilos, y estaremos favoreciendo la implantación de la dimensión de la consciencia.
Pero para conseguir una máxima efectividad, tendremos que usar el Mister Proper, el salfumán y la lejía para dejar impoluta nuestra "casa", puliendo hasta el último de los rincones. Intentar eliminar de nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente cualquier rastro de mugre.
Para dar una imagen gráfica que facilite la comprensión, imaginemos que disparamos una flecha y que ésta, en su trayectoria, empieza a encontrar obstáculos que la van desviando de su trayectoria. Si consigue llegar hasta el centro de la diana, lo más probable es que no le quede la suficiente energía como para clavarse en ella. Lo mismo ocurrirá con ese misil de amor y luz que nos mandarán desde la octava dimensión si quedan en nuestra psique bloqueos, adherencias, apegos, complejos y resistencias.
Pero en este caso es posible que la carga lumínica, en vez de energizar nuestro núcleo
divino, active esas adherencias, complejos y obstáculos que encuentre a su paso. Y estos se verían corregidos y aumentados para darnos así la oportunidad de identificarlos y liquidarlos. Por ello, a cada vez que se produce un acontecimiento como el del día 8.8, -por ejemplo cuando estallan tormentas solares y la Tierra recibe un bombardeo fotónico- suelen ocurrir dos cosas: que se active el corazón crístico y aumenten las capacidades extrasensoriales y el nivel de conciencia de una determinada franja de la población, que se produzcan fenómenos psi de toda índole y curaciones milagrosas. O bien que los marcadores de negatividad se disparen y alcancen cotas muy altas.
Respecto a los saltos cuánticos (se aplica el término salto cuántico al cambio de estado un electrón que pasa de un nivel de energía a otro, dentro de un átomo mediante la
emisión o absorción de un fotón o célula de luz), Carlos Schabbath decía lo siguiente: "Cuando un electrón efectúa un salto cuántico, no hemos de imaginarlo saltando de una órbita a otra, sino que realiza una transición entre dos estados cuánticos distintos. En cierto sentido, se podría afirmar que un electrón puede ocupar en un mismo instante un número infinito de posiciones espaciales al mismo tiempo pero también un número infinito de distintos estados energéticos".
Esto es lo que podría ocurrir con los seres humanos el día 8.8.08, sobre todo los que sean conscientes de lo que está ocurriendo. Podrían llegar a comunicar con otras dimensiones, con otras esferas de realidad, interpenetrándolas, igual que lo harán con nosotros los maestros de Orión. Si ofreciéramos una resistencia cero a la penetración de esos rayos fotónicos, nos transformaríamos en pura luz.
En ese sentido el mencionado autor comentaba que " El universo es la interpretación que nuestro complejo energético hace de la resistencia a ser penetrado". O sea que en la medida en que nos resistimos a la entrada de la luz, creamos mundo, creamos anécdotas, forma, situaciones, dramas, enfermedades, creamos espejos (personas que forman parte de nuestro elenco particular) que tendrán que encargarse de reflejar nuestras movidas interiores.
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