
A medida que los conceptos religiosos alcanzaron niveles más altos las enfermedades se consideraron efectos de la cólera de una deidad como venganza de algún acto de omisión o comisión, negligencia o impiedad. Finalmente, las enfermedades se identificaron con el castigo de los pecados. En el Antiguo Testamento (Números 12:10, 11) encontramos, por ejemplo, la siguiente cita: "Aarón miró a Miriam y dijo: ved que está leprosa." "Y Aarón dijo a Moisés: Ah, Señor, te ruego no dejes caer el pecado sobre nosotros".
Entre la gente primitiva todas las condiciones de la vida que podían afectar al individuo se clasificaban por sus causas. Emanaban tanto de poderes benévolos como de malévolos. Entre estos últimos se conceptuaba a los demonios, los dioses caídos y todo lo similar a eso. El demonio de la enfermedad entraba al cuerpo por medio de las aberturas naturales de ésta, tales como la nariz o la boca, en algún momento de descuido.
De esta manera la mayoría de las enfermedades se consideraban como la intrusión de una entidad externa. Una vez dentro del cuerpo, ésta comía o devoraba para hacerse paso y llegar a los órganos y tejidos hasta que sobrevenía la muerte, a menos que dicha entidad fuera expulsada. Aunque resulte cruda esta idea, hay cierta similaridad entre ella y la teoría de la bacteriología moderna que atribuye la enfermedad a gérmenes que entran al cuerpo y alteran sus órganos o afectan sus funciones.
La práctica definida de la curación divina y de la curación por la fe, lo mismo que el tratamiento científico, empezaron en el antiguo Egipto, o por lo menos desde ese tiempo data su revelación cronológica. Las deidades locales de Egipto eran benéficas y cuidaban del bienestar y la salud de la gente de sus respectivas comunidades. Cada deidad tenía métodos especiales para conjurar a los demonios de la enfermedad y para hacer curaciones.
Se decía que el hombre (en realidad el sacerdote) había recibido como dádiva, o en algunos casos había robado de los dioses, la gnosis o ciencia de curar. Este arte sagrado se trasmitía al sacerdocio de una generación a otra. La gente tenía una fe implícita en los conocimientos de curación que poseían los sacerdotes. En esto de recurrir a ellos para ser curados vemos ejemplificado que las curaciones eran por la fe, no una creencia en la curación divina.
Los dioses no estaban en tales casos haciendo valer directamente sus poderes curativos. Los sacerdotes y la medicina eran una misma cosa, por consiguiente el arte de sanar llegó a ser parte integral de la religión egipcia primitiva, lo cual requería oraciones y liturgias especiales y aún templos propios.
Fragmento del texto ¿Es posible la curación por la fe? por Ralph M. Lewis, F.R.C.