Ayer me llamabas a plenitud,
te desnudabas frente a mí como si fuera tu espejo,
hoy te veo con las mismas ansias
como si llegaras del cielo
Con el cuerpo en paz
sin dejar colar los maltratos,
con la tez risueña y juvenil;
avista la suerte mía cuando te veo reír
Como siempre no hay coyuntura que te doblegue
eres mía, baquiana de la vida,
como te imaginé y pensé,
una vez cualquiera, aunque no te conociera
Eres como la luz entera que se cuela por donde quiera
no podía evadirte, aunque no te buscara,
un día corriente apareciste
en el centro de mi atención
Mi respuesta invariablemente será quererte,
como ayer, como hoy, si bien el sol no resplandezca
pese a que la fúlgida estrella desvanezca en la aurora,
serás mi perdurable compañera de la vida y de la muerte
Prefiero quererte así, inmortal
sin abismos que nos separen en algún lugar,
ayer y hoy me sigues atrayendo
Espero mi Eurídice no perderte en este sueño
Mi deletérea providencia,
no hallará el refugio de este amor,
en sólo lugar para dos
seguiré contigo el camino que disponga el infinito
poeta venezolano