"Yo, Kuttamuwa, siervo de Panamuwa, soy el que ha supervisado la producción de esta estela para mi mientras aún vivo. La coloqué en una cámara eterna y dispuse un festejo en esta cámara: un toro para Hadad (el dios de la tormenta), un carnero para Shamash (dios del Sol), y un carnero para mi alma que está en esta estela".
Esta es la inscripción que ha descubierto un equipo de arqueólogos de la Universidad de Chicago en el sudeste de Turquía, en una tabla de piedra cincelada de la Edad del Hierro, del siglo VIII antes de Cristo. Se trata de la prueba escrita más antigua de la creencia en un alma inmortal separada del cuerpo.
Los resultados de su trabajo se han hecho públicos en la conferencia anual de las Escuelas Americanas de Investigación Oriental que se celebra este año en Boston (Estados Unidos).
Los descubrimientos arrojan luz sobre las creencias durante la Edad del Hierro en torno a la vida después de la muerte. En este caso, en la creencia de que la identidad perdurable o 'alma' del difunto habitaba el monumento en el que se esculpía su imagen y sobre el que se registraron sus últimas palabras.
El hombre al que hacía referencia la inscripción probablemente fue incinerado, una práctica que los judíos y otras culturas evitaban por su creencia de la unidad de cuerpo y alma. Según la inscripción, el alma del difunto residía en la estela.
La Expedición Neubauer del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago descubrió una estela de basalto de 1.700 kilogramos, casi un metro de alta y algo más de medio metro de ancha en el yacimiento de Zincirli en la ciudad antigua de Sam'al, uno de los yacimientos más importantes de la Edad del Hierro.
La estela fue descubierta el pasado verano en una pequeña habitación convertida en santuario mortuorio del oficial real Kuttamuwa, descrito en la inscripción como un 'siervo' del Rey Panamuwa del octavo siglo antes de Cristo. Se descubrió en la parte externa de la ciudad amurallada en un área doméstica, probablemente la casa del propio Kuttamuwa, lejos de los palacios reales donde se habían descubierto inscripciones con anterioridad.
En la estela Kuttamuwa aparece atractivo y con barba y alza una copa de vino en su mano derecha. Está sentado en una silla en frente de una mesa dispuesta con comida, simbolizando el bienestar que esperaba disfrutar en la otra vida.
A su lado se encuentra la inscripción, esculpida de forma elegante que ordenaba a sus descendientes el deber regular de llevar comida para su alma. En efecto, en frente de la estela existían restos de ofrendas de alimentos y fragmentos de vasijas de piedra pulida del tipo representado en la mesa de Kuttamuwa.
La estela es la primera de su clase en ser descubierta intacta en su localización original, lo que permitirá a los especialistas aprender sobre las costumbres funerarias y la vida en el siglo VIII antes de Cristo. En aquel tiempo surgieron grandes imperios en Oriente Medio, entre ellas las de israelitas y fenicios.
Según explica David Schloen, director de la expedición, "la estela está en su condición casi original. Es única en su combinación de características pictóricas y textuales y proporciona por ello una importante incorporación a nuestro conocimiento del lenguaje y la cultura antiguos".
Estaba escrito en una escritura derivada del alfabeto fenicio y en un dialecto local semítico occidental similar al arameo y hebreo. Es de especial interés para los lingüistas así como para los estudiosos de la Biblia y la historia de las religiones ya que procede de un reino contemporáneo al antiguo Israel que compartía un lenguaje similar y características culturales.
Fuente: http://www.elmundo.es
Colaboradora Elizabeth Genezca
Esta es la inscripción que ha descubierto un equipo de arqueólogos de la Universidad de Chicago en el sudeste de Turquía, en una tabla de piedra cincelada de la Edad del Hierro, del siglo VIII antes de Cristo. Se trata de la prueba escrita más antigua de la creencia en un alma inmortal separada del cuerpo.
Los resultados de su trabajo se han hecho públicos en la conferencia anual de las Escuelas Americanas de Investigación Oriental que se celebra este año en Boston (Estados Unidos).
Los descubrimientos arrojan luz sobre las creencias durante la Edad del Hierro en torno a la vida después de la muerte. En este caso, en la creencia de que la identidad perdurable o 'alma' del difunto habitaba el monumento en el que se esculpía su imagen y sobre el que se registraron sus últimas palabras.
El hombre al que hacía referencia la inscripción probablemente fue incinerado, una práctica que los judíos y otras culturas evitaban por su creencia de la unidad de cuerpo y alma. Según la inscripción, el alma del difunto residía en la estela.
La Expedición Neubauer del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago descubrió una estela de basalto de 1.700 kilogramos, casi un metro de alta y algo más de medio metro de ancha en el yacimiento de Zincirli en la ciudad antigua de Sam'al, uno de los yacimientos más importantes de la Edad del Hierro.
La estela fue descubierta el pasado verano en una pequeña habitación convertida en santuario mortuorio del oficial real Kuttamuwa, descrito en la inscripción como un 'siervo' del Rey Panamuwa del octavo siglo antes de Cristo. Se descubrió en la parte externa de la ciudad amurallada en un área doméstica, probablemente la casa del propio Kuttamuwa, lejos de los palacios reales donde se habían descubierto inscripciones con anterioridad.
En la estela Kuttamuwa aparece atractivo y con barba y alza una copa de vino en su mano derecha. Está sentado en una silla en frente de una mesa dispuesta con comida, simbolizando el bienestar que esperaba disfrutar en la otra vida.
A su lado se encuentra la inscripción, esculpida de forma elegante que ordenaba a sus descendientes el deber regular de llevar comida para su alma. En efecto, en frente de la estela existían restos de ofrendas de alimentos y fragmentos de vasijas de piedra pulida del tipo representado en la mesa de Kuttamuwa.
La estela es la primera de su clase en ser descubierta intacta en su localización original, lo que permitirá a los especialistas aprender sobre las costumbres funerarias y la vida en el siglo VIII antes de Cristo. En aquel tiempo surgieron grandes imperios en Oriente Medio, entre ellas las de israelitas y fenicios.
Según explica David Schloen, director de la expedición, "la estela está en su condición casi original. Es única en su combinación de características pictóricas y textuales y proporciona por ello una importante incorporación a nuestro conocimiento del lenguaje y la cultura antiguos".
Estaba escrito en una escritura derivada del alfabeto fenicio y en un dialecto local semítico occidental similar al arameo y hebreo. Es de especial interés para los lingüistas así como para los estudiosos de la Biblia y la historia de las religiones ya que procede de un reino contemporáneo al antiguo Israel que compartía un lenguaje similar y características culturales.
Fuente: http://www.elmundo.es
Colaboradora Elizabeth Genezca