
"Se oyeron disparos; cerramos el restaurante y llevamos a todo el mundo a la cocina", contó el jueves a la AFP Faisul Nagel, uno de los siete agentes de seguridad sudafricanos que vivieron cinco horas de angustia antes de poder evacuar, sanos y salvos, a unos cien clientes del hotel Taj Mahal, atrapados por los atentados coordinados del miércoles, que dejaron al menos 125 muertos.
Nagel y sus compañeros cenaban tranquilamente en el restaurante de la planta 25 de la torre del Taj Mahal, justo al lado de la parte antigua del establecimiento, cuando de pronto "se oyeron rumores sordos y vimos cómo la gente corría en todas direcciones". "Ahí nos dimos cuenta de que se trataba de un ataque terrorista", explicó el sudafricano, contactado telefónicamente por la oficina de la AFP de Johannesburgo.
El restaurante estaba lleno de ventanas y de puertas acristaladas y, por eso, los agentes sudafricanos, especialistas en temas de seguridad, decidieron llevar a los clientes a la cocina, donde los atrincheraron con todo lo que tenían a mano, desde mesas a frigoríficos.
"Apagamos las luces del restaurante para crear un efecto sorpresa y nos colocamos en todas las entradas de la sala, vigilando los dos ascensores, que no dejaban de subir y bajar", añadió Nagel, quien el jueves se encontraba ya alojado en otro hotel de la capital financiera de India. "Estuvimos a la espera, en caso de que alguien subiera.
Nadie vino pero había mucho ruido, oímos una explosión y disparos de armas automáticas", recordó el agente, que habitualmente trabaja como responsable de la división de Deporte de la compañía de seguridad sudafricana Nicholls Steyn and Associates.
"Durante las primeras horas fue difícil obtener información de lo que estaba pasando", recalcó el director de la compañía sudafricana, Bob Nicholls, quien también se encontraba en el Taj Mahal.
Al final, los agentes atrincherados en el restaurante lograron ponerse en contacto con el responsable de la seguridad del hotel. Y ante el peligro de que se propagase a la torre el incendio registrado en la parte antigua del Taj Mahal, decidieron evacuar el lugar.
"La gente tenía mucho miedo. Les explicamos lo que íbamos a hacer", subrayó Nagel. "Pedí al responsable de la seguridad del hotel que pidiera a la policía que no disparara (...) Evacuamos a todo el mundo, sin hacer el menor ruido, por la escalera de seguridad de la parte trasera del hotel", explicó.
Sin embargo, tanto Nagel como sus compañeros sólo abandonaron el lugar tras haberse asegurado de que los clientes y el personal del restaurante estaban refugiados en otros hoteles o en domicilios de familiares y allegados.
El agente se mostró especialmente preocupado por la suerte de una "abuelita" de 90 años que caminaba con gran dificultad. Al respecto, Nicholls recordó que los 'ángeles salvadores' sudafricanos no tuvieron más opción que sentarla en una silla y bajar con ella a cuestas los 25 pisos de la torre.
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"Se oyeron disparos; cerramos el restaurante y llevamos a todo el mundo a la cocina", contó el jueves a la AFP Faisul Nagel, uno de los siete agentes de seguridad sudafricanos que vivieron cinco horas de angustia antes de poder evacuar, sanos y salvos, a unos cien clientes del hotel Taj Mahal, atrapados por los atentados coordinados del miércoles, que dejaron al menos 125 muertos.
Nagel y sus compañeros cenaban tranquilamente en el restaurante de la planta 25 de la torre del Taj Mahal, justo al lado de la parte antigua del establecimiento, cuando de pronto "se oyeron rumores sordos y vimos cómo la gente corría en todas direcciones". "Ahí nos dimos cuenta de que se trataba de un ataque terrorista", explicó el sudafricano, contactado telefónicamente por la oficina de la AFP de Johannesburgo.
El restaurante estaba lleno de ventanas y de puertas acristaladas y, por eso, los agentes sudafricanos, especialistas en temas de seguridad, decidieron llevar a los clientes a la cocina, donde los atrincheraron con todo lo que tenían a mano, desde mesas a frigoríficos.
"Apagamos las luces del restaurante para crear un efecto sorpresa y nos colocamos en todas las entradas de la sala, vigilando los dos ascensores, que no dejaban de subir y bajar", añadió Nagel, quien el jueves se encontraba ya alojado en otro hotel de la capital financiera de India. "Estuvimos a la espera, en caso de que alguien subiera. Nadie vino pero había mucho ruido, oímos una explosión y disparos de armas automáticas", recordó el agente, que habitualmente trabaja como responsable de la división de Deporte de la compañía de seguridad sudafricana Nicholls Steyn and Associates.
"Durante las primeras horas fue difícil obtener información de lo que estaba pasando", recalcó el director de la compañía sudafricana, Bob Nicholls, quien también se encontraba en el Taj Mahal.
Al final, los agentes atrincherados en el restaurante lograron ponerse en contacto con el responsable de la seguridad del hotel. Y ante el peligro de que se propagase a la torre el incendio registrado en la parte antigua del Taj Mahal, decidieron evacuar el lugar.
"La gente tenía mucho miedo. Les explicamos lo que íbamos a hacer", subrayó Nagel. "Pedí al responsable de la seguridad del hotel que pidiera a la policía que no disparara (...) Evacuamos a todo el mundo, sin hacer el menor ruido, por la escalera de seguridad de la parte trasera del hotel", explicó.
Sin embargo, tanto Nagel como sus compañeros sólo abandonaron el lugar tras haberse asegurado de que los clientes y el personal del restaurante estaban refugiados en otros hoteles o en domicilios de familiares y allegados.
El agente se mostró especialmente preocupado por la suerte de una "abuelita" de 90 años que caminaba con gran dificultad. Al respecto, Nicholls recordó que los 'ángeles salvadores' sudafricanos no tuvieron más opción que sentarla en una silla y bajar con ella a cuestas los 25 pisos de la torre.
AFP Por Alexandra Lesieur