En todas las culturas encontramos bellísimos nombres y mitos en torno a los astros. Y es difícil imaginarlo de otro modo, especialmente en estas noches frías en que hasta el espectador ocasional se sorprende por la fuerza con que los astros parecen saludar. Por ejemplo, no me puedo creer que alguien haya estado mirando estas noches hacia el suroeste tras la puesta del Sol sin notar (en caso de que el cielo estuviera despejado, sin nubes) que había dos farolas que antes no estaban ahí.
Venus y Júpiter son dos de los astros más brillantes del cielo, y estas noches están luciendo tanto en el cielo que más de uno creerá verlos moverse, acercarse o alejarse, subir o bajar o, sobre todo, seguir al paso de esa persona. Se ha comprobado que cuando estos astros, sobre todo Venus, están en el cielo así de brillantes y cerca del horizonte al anochecer, hay mucha más gente que ve platillos volantes, u ovnis en general.
Hace unos días, la foto astronómica del día que en castellano ofrece Observatorio.info nos mostraba ese bellísimo espectáculo visto desde Chile, una foto obtenida por Yuri Beletsky, del Observatorio Europeo Austral (ESO). A lo largo de los días podemos ir comprobando cómo la posición de ambos astros cambia con respecto a las estrellas de la constelación de Sagitario.
Y justo hoy lunes 1 de diciembre, Júpiter se separa unos dos grados de Venus, y la Luna se une a esa lenta danza como un visitante con prisa: aunque las próximas noches seguiremos viendo cómo se alejan poco a poco (debido al propio movimiento de los planetas en torno al Sol, incluyendo la revolución de la Tierra), la Luna va más rápido, recorriendo de hecho medio grado de cielo por hora. Este hecho se empleó desde hace siglos para poder tener medidas más precisas de la longitud terrestre, uno de los usos de la astronomía que fueron fundamentales para la navegación. Aunque esa es otra historia de la que tendremos tiempo de hablar por aquí.
La Luna, aunque pase rápido, no lo hace sin hacerse notar. Hoy, 1 de diciembre, tenemos una bella ocultación: la Luna pasará por delante de Venus. Recomiendan los que saben de estas cosas (es decir, los astrónomos amateur, o en general la gente aficionada a la observación astronómica, quienes realmente saben de telescopios y de pasar frío en estas noches mirando los cielos) contemplar las ocultaciones con telescopio, porque uno, además de ver con más precisión el momento de desaparición o reaparición, lo ve en detalle.
No es simplemente que algo se ve y en el momento siguiente no, porque el planeta ocultado tiene su tamaño, es un pequeño disco (hoy Venus presenta en el cielo un disco de 17 segundos de arco de diámetro), de manera que la disminución de luz es gradual, pero además con altibajos, porque también la Luna tiene una orografía en su limbo. Esto sucede especialmente en las ocultaciones rasantes, cuando justo nuestro satélite llega a ocultar en su borde septentrional o meridional al otro astro. Una red de observadores podrán captar diferentes detalles y, con medidas bien sincronizadas, obtener datos sobre el relieve lunar. No deja de ser maravilloso que aún hoy se puedan emplear las ocultaciones para obtener datos precisos de la órbita lunar, de su relieve o de otras características que, es cierto, ahora conocemos mediante otros métodos más avanzados, pero que ponen de manifiesto que la antigua labor del astrónomo, la del observador perseverante y cuidadoso, es la principal y más útil herramienta para conocer el Universo.
La Luna puede pasar por delante de los planetas, y lo hace de vez en cuando. También pasa por delante de un buen número de estrellas, algunas brillantes, y de asteroides del Sistema Solar. Todas esas ocultaciones se calculan a partir de las órbitas de la Luna, la Tierra y el planeta o asteroide en cuestión, y se tienen tabuladas. Hay organizaciones internacionales, como la IOTA (International Occultation Timing Association) que siguen estos fenómenos y coordinan las observaciones de los astrónomos de todo el mundo. Por ejemplo, aquí tienen los datos sobre la ocultación de Venus del 1 de diciembre de 2008 (en inglés, pero comprensibles los mapas y las tablas horarias). Los tiempos de inmersión (o desaparición, el momento en que la Luna se pone delante del objeto ocultado) cambian según el lugar de observación. Como referencia, para observadores en Madrid (otras ciudades en la página citada) el fenómeno comienza a las 16:40:54 (en hora civil). Entonces está todavía el Sol sobre el horizonte (a 10 grados), por lo que será un poco complicado observarlo a simple vista, aunque con un telescopio se verá perfectamente. La reaparición se da a las 18:15:08.
De la cuidadosa observación de estas ocultaciones, los astrónomos fueron obteniendo mejores mediciones del tiempo, del movimiento de los planetas, se realizaron métodos que permitieron una navegación más exacta y se desarrollaron mejores instrumentos, más finos, para observarlo todo. Aunque nos parezca mentira hoy, en la era de los relojes atómicos, de los sistemas de navegación satelital y demás maravillas, hasta hace nada todo esto era la forma en que el mundo podía tener una hora comparable... La Astronomía, aunque no lo crean, ha estado siempre muy cerca de todos.
Venus y Júpiter son dos de los astros más brillantes del cielo, y estas noches están luciendo tanto en el cielo que más de uno creerá verlos moverse, acercarse o alejarse, subir o bajar o, sobre todo, seguir al paso de esa persona. Se ha comprobado que cuando estos astros, sobre todo Venus, están en el cielo así de brillantes y cerca del horizonte al anochecer, hay mucha más gente que ve platillos volantes, u ovnis en general.
Hace unos días, la foto astronómica del día que en castellano ofrece Observatorio.info nos mostraba ese bellísimo espectáculo visto desde Chile, una foto obtenida por Yuri Beletsky, del Observatorio Europeo Austral (ESO). A lo largo de los días podemos ir comprobando cómo la posición de ambos astros cambia con respecto a las estrellas de la constelación de Sagitario.
Y justo hoy lunes 1 de diciembre, Júpiter se separa unos dos grados de Venus, y la Luna se une a esa lenta danza como un visitante con prisa: aunque las próximas noches seguiremos viendo cómo se alejan poco a poco (debido al propio movimiento de los planetas en torno al Sol, incluyendo la revolución de la Tierra), la Luna va más rápido, recorriendo de hecho medio grado de cielo por hora. Este hecho se empleó desde hace siglos para poder tener medidas más precisas de la longitud terrestre, uno de los usos de la astronomía que fueron fundamentales para la navegación. Aunque esa es otra historia de la que tendremos tiempo de hablar por aquí.
La Luna, aunque pase rápido, no lo hace sin hacerse notar. Hoy, 1 de diciembre, tenemos una bella ocultación: la Luna pasará por delante de Venus. Recomiendan los que saben de estas cosas (es decir, los astrónomos amateur, o en general la gente aficionada a la observación astronómica, quienes realmente saben de telescopios y de pasar frío en estas noches mirando los cielos) contemplar las ocultaciones con telescopio, porque uno, además de ver con más precisión el momento de desaparición o reaparición, lo ve en detalle.
No es simplemente que algo se ve y en el momento siguiente no, porque el planeta ocultado tiene su tamaño, es un pequeño disco (hoy Venus presenta en el cielo un disco de 17 segundos de arco de diámetro), de manera que la disminución de luz es gradual, pero además con altibajos, porque también la Luna tiene una orografía en su limbo. Esto sucede especialmente en las ocultaciones rasantes, cuando justo nuestro satélite llega a ocultar en su borde septentrional o meridional al otro astro. Una red de observadores podrán captar diferentes detalles y, con medidas bien sincronizadas, obtener datos sobre el relieve lunar. No deja de ser maravilloso que aún hoy se puedan emplear las ocultaciones para obtener datos precisos de la órbita lunar, de su relieve o de otras características que, es cierto, ahora conocemos mediante otros métodos más avanzados, pero que ponen de manifiesto que la antigua labor del astrónomo, la del observador perseverante y cuidadoso, es la principal y más útil herramienta para conocer el Universo.
La Luna puede pasar por delante de los planetas, y lo hace de vez en cuando. También pasa por delante de un buen número de estrellas, algunas brillantes, y de asteroides del Sistema Solar. Todas esas ocultaciones se calculan a partir de las órbitas de la Luna, la Tierra y el planeta o asteroide en cuestión, y se tienen tabuladas. Hay organizaciones internacionales, como la IOTA (International Occultation Timing Association) que siguen estos fenómenos y coordinan las observaciones de los astrónomos de todo el mundo. Por ejemplo, aquí tienen los datos sobre la ocultación de Venus del 1 de diciembre de 2008 (en inglés, pero comprensibles los mapas y las tablas horarias). Los tiempos de inmersión (o desaparición, el momento en que la Luna se pone delante del objeto ocultado) cambian según el lugar de observación. Como referencia, para observadores en Madrid (otras ciudades en la página citada) el fenómeno comienza a las 16:40:54 (en hora civil). Entonces está todavía el Sol sobre el horizonte (a 10 grados), por lo que será un poco complicado observarlo a simple vista, aunque con un telescopio se verá perfectamente. La reaparición se da a las 18:15:08.
De la cuidadosa observación de estas ocultaciones, los astrónomos fueron obteniendo mejores mediciones del tiempo, del movimiento de los planetas, se realizaron métodos que permitieron una navegación más exacta y se desarrollaron mejores instrumentos, más finos, para observarlo todo. Aunque nos parezca mentira hoy, en la era de los relojes atómicos, de los sistemas de navegación satelital y demás maravillas, hasta hace nada todo esto era la forma en que el mundo podía tener una hora comparable... La Astronomía, aunque no lo crean, ha estado siempre muy cerca de todos.
Fuente: elmundo.es
Colaboradora: Elizabeth Genesca