Y entre silencios dice que en 2012 no habrá catástrofes, que todo depende de nosotros, pero que sí habrá grandes transformaciones, todo un cambio de conciencia. Tal vez un hombre nuevo...
En este octubre del Día de la Raza americana surge en toda su dimensión el Mamo Kuncha, el máximo jefe espiritual de la Sierra Nevada de Santa Marta. No es el indígena derrotado ni resentido, sino el líder victorioso que propone desde sus montañas toda una filosofía de vida, que ha expuesto de Bogotá a Washington y Suiza ante empresarios y banqueros y estrategas y políticos. Sabiduría y un nuevo tipo de liderazgo.
La mariposa de hermosos colores de augurio voló sobre los matorrales y atravesó el arroyo cristalino y se perdió en el bosque, por entre los pliegues de las montañas, rumbo a las cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta. Gustavo Mutis, reconocido estratega de gestión empresarial, la observó perderse en la lejanía. Entonces escuchó que a sus espaldas el Mamo Kuncha le decía: "No persiga nunca a una mariposa, no trate de atraparla, no corra tras ella, sólo quédese quieto, espere, porque la mariposa es como la felicidad, que al no perseguirla se posa sobre nuestros hombros y nos hace dichosos, así sea por un momento".
Ante una audiencia de 1.800 personas desde banqueros hasta empresarios nacionales e internacionales reunidos en Bogotá en Expogestión 2009, el Mamo Kuncha, jefe de todos los Mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, afirmó: "Ustedes tienen que aprender a pensar despacio. A ustedes les entran las cosas por los oídos pero no escuchan. Ven cuadros, ven cifras, pero no dialogan ni escuchan. Ustedes no ven a los que están a su alrededor. Cuando se piensa despacio antes de hacer las cosas, se ve todo, todo lo que está alrededor. Ustedes piensan con afán y las cosas les quedan mal hechas".
Con esa sabiduría habla el Mamo Kuncha, el gran filósofo de la Sierra Nevada. Esa es la sabiduría del Mamo Kuncha y el Mamo Jacinto y el Mamo Ramón y el Mamo Pedro Juan, los más sabios entre los aproximadamente doscientos jefes espirituales que lideran a 58.000 indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta, más conocidos como arhuacos, kogis, wiwas y kankwamos. Ellos constituyen la única cultura indígena y profunda que sobrevive en Colombia, y desde sus cumbres y nieves que miran al mar expresan hoy por hoy el único planteamiento espiritual serio y coherente acerca de una forma de vida pacífica en armonía con la naturaleza y con los otros 43 millones de seres humanos que habitan este vasto y convulsionado territorio que se llama Colombia.
El jefe de esos jefes se llama el Mamo Kuncha. Tal vez tenga 65 años o más. No tiene ni una cana. Jamás ha calzado un par de zapatos. Pequeño, menudo, con una piel cobriza labrada por el sol y el viento, se agiganta por la dimensión de su vestimenta del mejor algodón crudo, el tutusoma blanco en la cabeza y el mukku o manta también blanquísima que cubre en perfectos pliegues su cuerpo desnudo, musculoso, cuerpo que es como una roca negra debajo de las cumbres nevadas. Se sabe que tiene dieciocho hijos. Se sabe que vive en su karkarwa o templo ceremonial, a más de tres mil metros de altura. Se sabe que es el gran jefe no porque se haya ganado ese cargo por votos o por guerras sino porque es el más sabio de todos, el que piensa más profundamente y más despacio.
Se sabe que es el gran jefe no porque se haya ganado ese cargo por votos o por guerras sino porque es el más sabio de todos, el que piensa más profundamente y más despacio.
Está pensando, meditando, prácticamente desde cuando era un niño menor de cinco años. Al revelar esta facultad providencial lo apartaron y lo educaron sin comer sal ni carne, en templos ceremoniales ocultos en las más altas cumbres de la Sierra, en lugares tan remotos que algunos son incluso desconocidos para Juan Mayr, el ex ministro de Medio Ambiente que es el colombiano que más conoce y ha estudiado la Sierra Nevada, cuando la descubrió en toda su dimensión para los colombianos hace ya más de treinta años. Mamo Kuncha fue prácticamente aislado desde niño por su comunidad, de todas las fuerzas en conflicto en las laderas de la Sierra. Lo apartaron de los curas misioneros, de los guerrilleros, de los paramilitares, de los colonos. No habla en español porque se formó en lengua indígena, y su traductor es el también indígena Danilo Villafañe. En realidad habla muy poco, guarda largos silencios. Su elocuencia son esos vastos silencios con los que esculpe la solidez de sus sentencias, como cuando afirma: "El futuro es volver al pasado", o "Nosotros siempre hemos existido y seguiremos existiendo siempre, porque la vida nunca muere". Son tan bizarros sus silencios y tan certeras sus palabras, que es el colombiano más elocuente en un país donde la gente es opinadora profesional de tantos temas sin estudiarlos, a tal punto que si cada uno sólo hablara de lo que sabe y conoce, se escucharía entonces un gran silencio nacional.
El Mamo Kuncha conoció la otra Colombia hace apenas unos diez años cuando bajó de la Sierra Nevada a las tierras calientes y conoció la gran ciudad. Bajó porque después de pensar en silencio durante tantos años, él y su comunidad y el Consejo de Mamos decidieron que era la hora de hablar con sus "hermanos menores" de Colombia y del mundo para establecer un diálogo, para pensar en grupo, para entrar en una especie de gran negociación para salvar al mundo de la destrucción, las guerras, las catástrofes, las enfermedades. Ellos creen que el mundo se reconstruye, se reinventa casi siempre después de una gran crisis, y saben que en estos momentos la crisis aflige a todos los pueblos del mundo. Los Mamos de las culturas kogi, arhuaca y wiwa decidieron llamar nuestra atención para alertarnos, guiarnos y concientizarnos sobre la importancia de mantener el equilibrio en el planeta, llamándonos a que detengamos nuestra capacidad de daño, y para advertirnos sobre las graves consecuencias que tienen nuestras acciones en la fuerza principal de la vida.
Mamo Kuncha bajó de la Sierra y se dirigió con suavidad y respeto a sus hermanos menores, a quienes denominan así por un sentido de cariño y de respeto, y también, aunque no lo digan, porque ellos estaban allí, en la Sierra Nevada, que es la montaña más alta del mundo junto al mar, muchos siglos antes que las carabelas españolas despuntaran en el horizonte del océano. Mamo Kuncha ahora bajó y habló y llevó hasta la Sierra a embajadores, altos funcionarios de las Naciones Unidas, Presidentes y líderes políticos del mundo, para enseñarles la grandeza y sabiduría de sus montañas y para que obligaran a parar a todos los violentos que se enfrentaban a muerte en el sagrado territorio de los tayronas. Les demostró que habían asesinado a cerca de cuatrocientos indígenas pertenecientes a las cuatro comunidades de la Sierra Nevada. Les mostró las laderas erosionadas por la tala de los colonos. Les mostró cómo cada año las aguas menguaban, cómo las nieves retrocedían en los picos, cómo la Madre Tierra cuya mayor altura en el territorio colombiano es la Sierra Nevada estaba allí amenazada, y estar amenazada la Madre era estar amenazada toda la vida, la vida que son las aguas, los frutos de la tierra, los árboles, la semillas que viajan con el viento...
Después Mamo Kuncha continuó su diálogo con dirigentes de Colombia y del mundo. Habló en documentales de la National Geographic, en la Conferencia Anual de los Bioneers de Boston, en el Instituto Smithsonian de Washington, en los recintos de las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra, y ya está invitado al próximo Foro Económico Mundial de Davos.
Habló en documentales de la National Geographic y ya está invitado al próximo Foro Económico Mundial de Davos, Suiza.
En esos foros de intelectuales, científicos, empresarios y banqueros, Mamo Kuncha narró cómo funciona su mundo donde existen nuevos núcleos del conocimiento, donde no se dictan cada año nuevas leyes porque el funcionamiento de la sociedad se basa en leyes tan inmodificables como si estuvieran escritas sobre piedra y que establecen todo lo concerniente a la vida y a la muerte, como la ley del origen en la que el futuro es el pasado, la ley transgeneracional según la cual los hijos heredarán nuestras culpas si no nos purificamos antes de morir, la ley de las aguas que lo es todo, o aquella que establece que nada muere porque todo nace, crece y se transforma, o aquella otra de la vida que dice que todo ciclo siempre está precedido por una crisis.
Les dijo también a los poderosos del mundo, llenos de riquezas y ambiciones, esclavos de autos y de cuentas bancarias, que la vida es breve y que hay que vivirla con sencillez en compañía de los hijos. Les contó que lo sagrado no son los bienes que el hombre compra o construye sino las cosas hermosas y profundas que la naturaleza le prodiga. Y les habló de lo oscuro y lo claro, les precisó las diferencias entre oír y escuchar. "Ésta es la base para tener tranquilidad y alegría de vivir, para que esta alma y este cuerpo no se pierdan, aunque este cuerpo no es para que dure mucho tiempo, en cambio el alma no muere", dijo el Mamo Kuncha como si fuera el nuevo Zaratustra de Nietzsche, ahora venido de las cumbres de la Sierra Nevada. Y habló frente a ejecutivos, hombres de negocios, banqueros, empresarios, mujeres inteligentes y hermosas, todos amantes de la vida y los bienes de lujo y el confort. "La vida es breve, muy breve, hay que aprovecharla al máximo y compartirla con los hijos", dijo ante esas multitudes de hombres y mujeres de afán. Ellos tal vez entendieron que aquel hombre descalzo y vestido de blanco les hablaba de otro tipo de sabiduría, porque la sabiduría está en muchas partes, también en otras culturas, no sólo en los laboratorios y oficinas.
Ellos tal vez entendieron que aquel hombre descalzo y vestido de blanco les hablaba de otro tipo de sabiduría, porque la sabiduría está en muchas partes.
Y que este hombre menudo por fuera pero de inmensa solidez interior, también entraña otro tipo de Poder. El Mamo Kuncha se entrevistó un día con Alejandro Cirilio Pérez, el más importante líder espiritual de todos los indígenas mayas de Centroamérica, y hace poco estuvo en Sedona, Arizona, el centro esotérico de los Estados Unidos donde se reunió con los cien jefes espirituales indígenas más importantes del mundo. Se afirma que allí también, en un rancho entre las montañas rojas frente al Gran Cañón del Colorado, estuvo meditando con Drunvallo Melquizedec, el gran gurú de la Nueva Era. Claro que el Mamo Kuncha también sabe perfectamente lo que mucha gente está pensando sobre lo que se afirma que sucederá en 2012, a partir del viernes 21 de diciembre de ese año. De eso habló dos veces con Alejandro Cirilio Pérez, el jefe maya. Dicen que también lo habló con Drunvallo Melquizedec. Cuando se le pregunta, entra en un largo silencio. Piensa despacio, muy despacio... No quiere especular ni alarmar y su silencio dramático pero luminoso sólo se interrumpe cuando suena el teléfono celular de su traductor Danilo Villafañe. Llaman al Mamo Kuncha desde la Sierra Nevada. Habla en arhuaco. Cuando el Mamo cuelga, piensa de nuevo. Y entre silencios dice que en 2012 no habrá catástrofes, que todo depende de nosotros, pero que sí habrá grandes transformaciones, todo un cambio de conciencia. Tal vez un hombre nuevo...
De todas maneras, el Mamo Kuncha sólo volverá a bajar a este mundo de los hermanos menores a principios del próximo año. Y luego se recluirá de nuevo en sus cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta a pensar y a meditar sobre mucho más allá del año 2012. A pensar muy despacio allí resguardado por las cuchillas nevadas que divisara hace cien años desde el mar el capitán Joseph Conrad y describiera en su monumental obra Nostromo en la que relata todo lo que se pueda saber sobre el Poder colonial en los trópicos. Mamo Kuncha es el sabio de la Sierra Nevada y el único pensador auténtico y profundo y no negociante que tiene Colombia. La Libertad y el Libre Albedrío son los derechos naturales por excelencia de la Humanidad, y el despertar de la Conciencia es prioritario e imprescindible para nuestra Evolución en el Universo.
Otto Alberto Dulanto Pardo