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De un balón de fútbol al mundo que no se acaba en el 2012

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Desde tiempos pretéritos, la esfera ha sido considerada como símbolo de la totalidad. Ya para los presocráticos griegos, ésta equivalía a lo Infinito, a la perfección de Dios. Para los árabes, el Universo se originó de un huevo primordial, y por eso, el número cero simboliza la Nada de la cual procede el Todo. Para los antiguos hindúes, que sabían que nuestro planeta giraba en torno al Sol, la esfera se identificaba con el globo terráqueo y se consideraba alegoría del mundo. En el idioma maya, la pelota de hule era llamada ulli, palabra que significa esférico y universo redondo.

Por eso, cuando en el juego de fútbol decimos que el mundo se mira en un balón, éste se convierte en un espejo en el que anhelamos hallar arte, heroicidad y esa sensación de plenitud –pálida remembranza del éxtasis divino- que experimentamos cuando nuestro equipo anota gol o alcanza la victoria.

De cómo el juego de pelota precedió a la creación del Universo

La épica esfera ha protagonizado encendidas contiendas en las más diversas culturas. Destaca, por ejemplo, el juego de pelota ritual de la cultura maya, cuyo origen se sitúa hacia el año 2500 antes de Cristo. Bordeada por rampas escalonadas que conducían a las plataformas ceremoniales o a templos pequeños, la cancha de juego de pelota maya tenía forma de I mayúscula y se encontraba en todas las ciudades del imperio, excepto en las más pequeñas. De acuerdo con el libro sagrado del Popol Vuh, la noción del juego de pelota existía en la mente de los dioses desde el inicio del tiempo y precedió a la creación de los cuerpos celestes y los seres vivos. Los dioses se habrían reunido en el Teoclán, cancha de juego de pelota divina, para poner al Universo en movimiento. De tal suerte, fueron separados el cielo de la tierra, la tierra del mar, la vida de la muerte, la luz de la oscuridad: los contrarios entraron en juego, el juego de la vida.

A imagen y semejanza de los dioses, los hombres, a través del juego de pelota, o pok-ta-pok, reproducían los movimientos del cosmos, la interacción de las fuerzas básicas de la naturaleza y su muy humano intento por dominarlas. A través de la astuta y gallarda danza de los jugadores que golpeaban la pelota con caderas y muslos para llevarla hasta los aros de anotación, se afianzaban arraigos, se perpetuaban tradiciones, se dirimían rivalidades geográficas, se cruzaban apuestas, se formulaban agüeros y presagios, se invocaban fuerzas divinas.

Fueron los mayas expertos observadores del cielo; siguiendo aquella máxima esotérica que asevera que "como es arriba es abajo", sus juegos de pelota intentaron simular esa armoniosa danza de los astros que tan bien estudiaron y que les permitió generar un calendario que, en opinión de muchos expertos, es el más exacto que haya generado la civilización humana.

Ese calendario, que divide el tiempo en grandes lapsos energéticos, predice el fin de un gran ciclo para la raza humana el día 21 de diciembre del año 2012. En tal fecha, nuestra galaxia, la Vía Láctea, intersectaría por primera vez en 26 mil años la salida del Sol en el plano eclíptico (vale
decir, el círculo máximo descrito por la Tierra alrededor del Sol).

2012: ¿fin de una era? Según Carlos Barrios, estudioso de esa antigua civilización, tal intersección formará una gran cruz cósmica que recuerda a la noción del Árbol de la Vida presente en la memoria de las más diversas tradiciones espirituales (el Árbol Yggdrasil de los escandinavos; el Árbol Banyan de los polinesios; la Chakana –Cruz del Sur- de los incas; el Árbol del Bien y el Mal del Génesis; el Árbol de la Vida de la Cábala hebrea; el Árbol de la Iluminación del Buda; la Cruz patibularia de Jesús; el Axis Mundi –eje del mundo- de los teólogos medievales).

En este poderoso símbolo se refrenda la íntima comunicación que puede –y debe- darse entre el Yo Superior y sus hijos: de arriba hacia abajo, el Creador insufla con su infinito poder y energía a sus criaturas; de abajo hacia arriba, la criatura emprende la ascensión que le llevará de vuelta al sutil Hogar del Uno.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Barrios asevera que esta alineación con el corazón de la galaxia en 2012 abrirá un canal para que la energía universal del Uno fluya través de nuestra esfera terrestre, iniciando un proceso que disipará las compulsiones neuróticas que cunden en ella y llevando a la civilización humana a un nivel más alto de vibración.

Extraído de La esfera: símbolo del Infinito y la totalidad de Carmelo Urso
Gracias a la colaboración de Aurora Nanini
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