El maestro de meditación Larry Rosenberg fue a practicar con el maestro zen Seung Sahn, en Corea.
Durante el viaje inició una peregrinación a otros maestros y templos y, mientras viajaba por un camino lejano, se topó con un altar budista, o stupa, especialmente elegante, al pie de una montaña.
Junto a éste había un letrero: "Camino al Buda Más Hermoso de toda Corea", y una flecha que señalaba hacia el camino de mil escalones que subía la montaña.
Larry decidió subir, escalón tras escalón, hasta llegar arriba. La vista era espléndida en todas las direcciones.
La sencilla pagoda zen de piedra hacía juego con la elegancia de la de abajo. Pero, en lugar de un Buda,
sobre el altar no había nada, solo un espacio vacío y la maravillosa vista del fondo.
Cuando se acercó, en el altar vacío había una placa que decía:
"Si no puedes ver al Buda aquí,
será mejor que bajes y sigas practicando".
Durante el viaje inició una peregrinación a otros maestros y templos y, mientras viajaba por un camino lejano, se topó con un altar budista, o stupa, especialmente elegante, al pie de una montaña.
Junto a éste había un letrero: "Camino al Buda Más Hermoso de toda Corea", y una flecha que señalaba hacia el camino de mil escalones que subía la montaña.
Larry decidió subir, escalón tras escalón, hasta llegar arriba. La vista era espléndida en todas las direcciones.
La sencilla pagoda zen de piedra hacía juego con la elegancia de la de abajo. Pero, en lugar de un Buda,
sobre el altar no había nada, solo un espacio vacío y la maravillosa vista del fondo.
Cuando se acercó, en el altar vacío había una placa que decía:
"Si no puedes ver al Buda aquí,
será mejor que bajes y sigas practicando".