Cuántas personas desequilibradas; a causa de una vida trepidante, buscan algún sistema para equilibrarse!.
Y practican yoga, hacen meditación trascendental o bien aprenden a relajarse. Eso está muy bien, pero según mi punto de vista existe, un ejercicio más fácil y más eficaz: Aprender a comer.
¿Nos sorprende? ¿Por qué? ¡No es posible comer de cualquier manera, en medio de ruidos, nervios, prisas; e incluso disputas, y luego ir a practicar yoga! ¿No es mejor darse cuenta de que cada día es una oportunidad para hacer dos o tres veces un ejercicio de descanso, de concentración, de armonización de todas vuestras células?.
En el momento de sentarnos a la mesa, comencemos por expulsar de nuestro Espíritu todo aquello que puede impediros comer en paz y en armonía; y si no alcanzamos éste estado en seguida, esperemos para empezar a comer hasta el momento en el que hayamos conseguido calmarnos. Cuando comemos en un estado de agitación, de cólera o de descontento, introducimos en nosotros desasosiego, unas vibraciones desordenadas que se transmiten a todo lo que hagamos después. Incluso, cuando intentamos dar una impresión de calma y de control, sale de nosotros algo agitado, tenso y cometemos errores: Ofendemos a las personas o a las cosas, pronunciamos palabras torpes, que nos hacen perder amigos y nos cierran las puertas. Mientras que si comemos en un estado de armonía, resolveremos mejor los problemas que se nos presentan después; e incluso, si durante todo el día nos vemos obligados a correr de aquí para allá, sentiremos dentro de nosotros una paz que nuestra actividad no puede destruir. Comenzando por el principio; por lo nimio, se puede llegar muy lejos.
No creamos que la fatiga se produce siempre porque hemos trabajado demasiado. No; muy a menudo se produce por un despilfarro de fuerzas y precisamente, cuando tragamos el alimento sin haberlo masticado bien, sin haberlo impregnado suficientemente con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Es más difícil de digerir; y el organismo, que tendrá dificultad para asimilarlo, no podrá beneficiarse totalmente.
Cuando comemos sin ser conscientes de la importancia de este acto; aunque nuestro organismo se fortalezca, sólo recibe las partículas más groseras, más materiales. Lo cual es poco comparado con las energías de las que nos beneficiaremos, si supiéramos verdaderamente comer en silencio, concentrándonos en el alimento para recibir los elementos etéricos y sutiles.
Así pues, durante la comida, concentrémonos en el alimento proyectando en él rayos de amor; en ese momento, se produce la separación entre la materia y la energía: La materia se disgrega; mientras que la energía, penetra en nosotros y podemos disponer de ella.
En la nutrición, lo esencial no son los alimentos en sí, sino las energías que estos alimentos contienen; la quintaesencia aprisionada, pues en ésta quintaesencia está la vida. La materia del alimento sólo sirve de soporte; y justamente esa quintaesencia tan sutil, tan pura, no debe únicamente servir de alimento a los planos inferiores, al cuerpo físico, al cuerpo astral y al cuerpo mental, sino que también servirá para alimentar el Alma y el Espíritu.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Maestro espiritual francés nacido en Bulgaria.
Filósofo, alquiminista y astrólogo.
Y practican yoga, hacen meditación trascendental o bien aprenden a relajarse. Eso está muy bien, pero según mi punto de vista existe, un ejercicio más fácil y más eficaz: Aprender a comer.
¿Nos sorprende? ¿Por qué? ¡No es posible comer de cualquier manera, en medio de ruidos, nervios, prisas; e incluso disputas, y luego ir a practicar yoga! ¿No es mejor darse cuenta de que cada día es una oportunidad para hacer dos o tres veces un ejercicio de descanso, de concentración, de armonización de todas vuestras células?.
En el momento de sentarnos a la mesa, comencemos por expulsar de nuestro Espíritu todo aquello que puede impediros comer en paz y en armonía; y si no alcanzamos éste estado en seguida, esperemos para empezar a comer hasta el momento en el que hayamos conseguido calmarnos. Cuando comemos en un estado de agitación, de cólera o de descontento, introducimos en nosotros desasosiego, unas vibraciones desordenadas que se transmiten a todo lo que hagamos después. Incluso, cuando intentamos dar una impresión de calma y de control, sale de nosotros algo agitado, tenso y cometemos errores: Ofendemos a las personas o a las cosas, pronunciamos palabras torpes, que nos hacen perder amigos y nos cierran las puertas. Mientras que si comemos en un estado de armonía, resolveremos mejor los problemas que se nos presentan después; e incluso, si durante todo el día nos vemos obligados a correr de aquí para allá, sentiremos dentro de nosotros una paz que nuestra actividad no puede destruir. Comenzando por el principio; por lo nimio, se puede llegar muy lejos.
No creamos que la fatiga se produce siempre porque hemos trabajado demasiado. No; muy a menudo se produce por un despilfarro de fuerzas y precisamente, cuando tragamos el alimento sin haberlo masticado bien, sin haberlo impregnado suficientemente con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Es más difícil de digerir; y el organismo, que tendrá dificultad para asimilarlo, no podrá beneficiarse totalmente.
Cuando comemos sin ser conscientes de la importancia de este acto; aunque nuestro organismo se fortalezca, sólo recibe las partículas más groseras, más materiales. Lo cual es poco comparado con las energías de las que nos beneficiaremos, si supiéramos verdaderamente comer en silencio, concentrándonos en el alimento para recibir los elementos etéricos y sutiles.
Así pues, durante la comida, concentrémonos en el alimento proyectando en él rayos de amor; en ese momento, se produce la separación entre la materia y la energía: La materia se disgrega; mientras que la energía, penetra en nosotros y podemos disponer de ella.
En la nutrición, lo esencial no son los alimentos en sí, sino las energías que estos alimentos contienen; la quintaesencia aprisionada, pues en ésta quintaesencia está la vida. La materia del alimento sólo sirve de soporte; y justamente esa quintaesencia tan sutil, tan pura, no debe únicamente servir de alimento a los planos inferiores, al cuerpo físico, al cuerpo astral y al cuerpo mental, sino que también servirá para alimentar el Alma y el Espíritu.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Maestro espiritual francés nacido en Bulgaria.
Filósofo, alquiminista y astrólogo.