Poned vuestra mano sobre el plexo solar, y en esta posición dirigíos a vuestras células... |
ellas dependen de nosotros, formamos una unidad.
En el plano físico no podemos hacer nada sin el consentimiento de nuestras células; el día que
paran de trabajar, el funcionamiento de nuestro organismo queda perturbado: La nutrición, la eliminación, la respiración... El humano es la síntesis de todas esas inteligencias que están ahí, dentro de él. Por eso debe
acostumbrarse a visitar sus células, a hablar a ese pueblo que está ahí, que le escucha, que atiende, que está a su servicio. Pero que el humano ha olvidado, abandonado y del que casi siempre se ríe. El que fuma; por
ejemplo, o el que bebe desmesuradamente, molesta a estas bellas Almas que viven en sus pulmones o en su corazón. Y ellas le piden, le suplican que pare, pero él continúa molestándolas hasta provocar una enfermedad.
Debéis mostraros; pues, muy atentos y llenos de amor hacia vuestro propio pueblo. Si así lo hacéis cuando algo no funciona bien, él os previene por medio de ciertos signos para que toméis precauciones; y de esta manera, podéis evitar muchos inconvenientes. De otra forma, nadie os previene; y en el último minuto, cuando ya no hay nada que hacer para remediado, os preguntáis por qué no habéis recibido ninguna señal, ninguna advertencia. Pero si sabéis comportaros con vuestras células, ellas os previenen del más mínimo
trastorno, porque os aman...
Los pensamientos y las palabras positivas que enviáis a cada uno de vuestros órganos y de vuestros miembros, producen cambios benéficos. Si cada día; durante algunos minutos, os acostumbráis a pensar en vuestras células y al hablarles, podréis mejorar vuestra salud.
Haced por ejemplo este ejercicio. Poned vuestra mano sobre el plexo solar, y en esta posición dirigíos a vuestras células: Pedidles que remedien todo lo que no funcione bien en vosotros, pero dadles las gracias también por su buen trabajo. Ellas os entenderán, porque el plexo solar dirige todos los procesos inconscientes del organismo: Secreción, crecimiento, circulación, digestión, eliminación, respiración... De esta forma podéis hablar a vuestras células; ser entendidos por ellas, y eso tanto más cuanto mayor sea
vuestra fe y el poder de vuestro pensamiento.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
La Nueva Tierra
Las relaciones entre el hombre y sus células