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El Reloj Biologico


La evolución hizo que nuestros relojes se pusieran en hora hace miles de años, en relación con el entorno que nos había tocado vivir y los ciclos que lo regían.

Al salir el Sol empezaba la jornada. Cuando oscurecía acababa y no quedaba mas que ir a dormir. Había que aprovechar las mejores horas del día para alimentarse y las mejores del año para reproducirse. Nuestros relojes se sincronizaron con los ritmos de la propia naturaleza. Hoy en día la mayoría vivimos en un ambiente urbano y nuestros hábitos nada tienen que ver con los de nuestros antepasados. Sin embargo estos ritmos han quedado impresos en nuestros genes. Así pues, ¿existe un desajuste entre algunos de nuestros hábitos y nuestros relojes biológicos?.

“El bienestar y la ausencia de enfermedad de un organismo dependen en buena medida
de que se mantenga su estructura temporal”. Afirma Juan Antonio Madrid, coordinador del grupo de investigación en cronobiología de la Universidad de Murcia.

El curso pasado, sus alumnos se encontraron con un curioso exámen , que no era para nota: durante dos semanas debían llevar una muñequera y un colgante que mediría diferentes variables.

Las conclusiones: sus alumnos están expuestos a menos de una hora de luz brillante al día, nunca se van a dormir a la misma hora, y comen fuera de horarios, es decir que
Llevan mareados los sincronizadores ambientales mas importantes.

“El resultado es que padecen ciertos desajustes en su reloj biológico, como problemas de insomnio y cierta intolerancia a la glucosa, es decir que presentan riesgo de tener problemas metabólicos de mayores” concluye. Vivimos en una sociedad abierta las 24h.

¿Cómo funciona exactamente nuestro reloj biológico para que estos hábitos desorganizados influyan tanto?.

Estamos diseñados para dormir de noche y estar activos de día.

Si se altera el ritmo del sueño, tiene un efecto dominó sobre el resto de ritmos biológicos, como el de las hormonas.

Por ejemplo, el cortisol, la hormona que prepara el organismo para hacer frente a la actividad, presenta su pico mas alto un poco antes de levantarnos, lo que prepara nuestro cuerpo para empezar el día con energía, haciendo que aumenten la glucosa, la temperatura corporal y la presión arterial. Hacia las 11 de la noche bajan los niveles de esta hormona.


También estamos diseñados para digerir durante el día y no por la noche, porque el aparato digestivo tiene un ciclo y la insulina aumenta su sensibilidad por la mañana y disminuye por la tarde. Si comemos por la noche, las bajas concentraciones de insulina no permiten metabolizar la glucosa y además forzamos el aparato digestivo. Por ese motivo muchas personas que trabajan de noche, tiene problemas digestivos y elevada concentración de azúcar.


Para el buen funcionamiento de nuestro organismo hay que escuchar a nuestro reloj biológico. “Nos hemos perdido la dimensión temporal de la biología”

Poner el cuerpo en hora

Los relojes biológicos organizan las funciones del organismo de un modo cíclico, con ritmos circadianos (ciclos de 24h como el sueño-vigilia) ultradianos ( ciclos que van de segundos a minutos) e infradianos ( mensuales, como la menstruación, o anuales ).

Existe un reloj principal que está en nuestro cerebro, el núcleo supraquiasmático (NSQ), dos agrupaciones de unas 20.000 neuronas situadas en el hipotálamo, capaz de gobernar por sí sólo una gran variedad de ritmos como los ciclos hormonales, la fuerza muscular y la temperatura central. A su vez gobierna otros relojes que se encuentran en otras partes del cuerpo, como el hígado, los pulmones o los riñones.

También en cada una de nuestras células existe un reloj que controla el numero de veces que se pueden dividir.

Pero ¿Cómo se pone en hora este complejo sistema?

Aunque funciona por sí sólo necesita determinados cambios ambientales para sincronizarse.

El sincronizador que mejor se conoce es la luz

Unas células especializadas de la retina envían esta información al NSQ, lo que propicia una serie de cambios químicos en la glándula pineal y otras partes del cerebro: se libera serotonina, y se suprime la producción de melatonina, encargada de controlar la duración y el ritmo del sueño.
Por eso estar iluminado durante las 24h del día altera el reloj biológico, impidiéndonos dormir y la ausencia de luz influye en nuestro estado de ánimo.

Trasnochadores o madrugadores según la biologia

Hay diferencias individuales que hacen que los relojes biológicos de las personas no vayan al mismo tiempo. Algunas se muestran enérgicas y dinámicas por la mañana, mientras otras necesitan el paso de las horas para activarse y su mayor grado de rendimiento no llega hasta la tarde o la noche. Han sido tipificadas como matutinas y vespertinas, según un estudio realizado por Ana Adan, psicobióloga de la Universidad de Barcelona.

"Todo indica que la estación del año en la que nacemos es uno de los factores decisivos a la hora de definir su patrón rítmico de actividad”explica la investigadora.

“La duración del fotoperíodo o el grado de exposición lumínica durante los primeros meses de desarrollo del bebé es un elemento clave en el proceso de implantación de ritmos endógenos circadianos y define el perfil preferencial rítmico o tipología circadiana del individuo adulto” añade.

Una persona nacida en el otoño o el invierno con períodos de luz más cortos, manifestará una tipología matutina. La vespertina es típica o habitual en individuos nacidos en primavera o verano. De acuerdo con estos estudios el 20% de la población es vespertina , el 20% matutina y el 60% intermedia.

A cada hora del día , nuestro organismo presenta condiciones óptimas para diferentes actividades. En rendimiento cognitivo, a primera hora de la mañana las condiciones son mejores para la memorización de datos a corto plazo. Al medio día se alcanza el pico máximo para la memoria de trabajo. Por la tarde-noche es cuando se tiene una mayor

Capacidad de concentración y aprendizaje.

En cuanto al rendimiento físico, el mediodía es mejor para los deportes de precisión, como el billar, el tiro, diana ect

Para los deportes que requieren flexibilidad la mejor hora es entre las 18h y las 20h.
Y para los que requieren fuerza física, en los que interviene el sistema músculo-esquelético y la potencia anaeróbica, es preferible esperar a última hora.

Sin embargo las diferencias en cuanto a óptimo rendimiento entre matutinos y vespertinos, puede oscilar entre 2 y 12 horas en los casos más extremos.

Ana Adán sostiene que las personas matutinas están mejor adaptadas al ritmo de nuestra sociedad, mientras que las vespertinas tienen problemas con los horarios rígidos, algo que debería tenerse en cuenta, porque “son personas con las mismas habilidades, aunque sus puntos álgidos de rendimiento se producen más tarde”.

El ritmo circadiano matutino o vespertino también influye sobre el consumo de sustancias psicoactivas, como la cafeína, la nicotina o el alcohol. Las investigaciones del grupo de Ana Adán revelan que la proporción mas grande de consumidores de estas sustancias se encuentra en personas vespertinas, en un esfuerzo por adaptarse al ritmo de la sociedad.

Sin embargo, otros estudios sugieren que el consumo prolongado de estas sustancias a la larga, en vez de “poner el reloj en hora” provoca precisamente lo contrario, lo retrasa.

En animales de experimentación se ha visto que el patrón matutino o vespertino, en casos extremos puede ser hereditario, Explica Trinitat Cambras investigadora de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona y se asocia con una alteración de los genes reloj.

Son genes que cada 24horas se van expresando; es la señal que genera el tiempo y causa una reacción en cadena en todos los relojes secundarios, los que rigen las funciones de otros órganos y de la célula. Por el momento el único tratamiento disponible es la melatonina.
Otra investigación de este grupo y la Universidad de Washington , ha determinado que la maquinaria de este reloj biológico principal, las neuronas situadas en el NSQ, trabajan en dos grupos cuyos genes reloj se activan sincronizadamente en ciclos de 24 horas, repartiéndose las funciones. Sin embargo, ante estímulos externos adversos, como largos períodos de luz y/u oscuridad, pueden disociarse.

En la investigación han visto que un grupo de neuronas conserva el ritmo fisiológico, mientras que el otro se ve alterado por las circunstancias externas.
Esta desincronización afecta a personas ciegas y a trabajadores nocturnos.

Nota editorial: no se quien es el autor
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