Hay varias teorías acerca de lo que sucede con el espíritu una vez que deja el cuerpo, algunos piensan que regresamos a esta vida en otro cuerpo, para cumplir la parte de la misión que no hayamos cumplido hasta ese momento, caso contrario cruzamos un umbral que nos lleva a otro plano, imagino para convertirnos en ángeles... o demonios, que no es mas que ver una misma cosas desde ángulos diferentes.
Comparto contigo un escrito sobre el tema de Antonio de la Heras que recibí gracias a que Graciela E, Prepelitchi lo envió al foro de Otras Inteligencias Social en el podrás leer sobre los orígenes de la creencia en la reencarnación y lo que mas me gusto, un relato que puede servir de prueba.
Namaste
susana colucci
Orígenes de la creencia en la reencarnación
La reencarnación palingenesia o metempsicosis es la creencia de que tras fallecer hay "algo" de la persona que subsiste en otra esfera imperceptible - el Más Allá - con la características especialísima de que ese "algo" mantiene consciencia de quien hubo sido durante la vida terrena.
Ideas reencarnacionistas se encuentran ya en la más antigua Tradición Hermética que afirma la existencia de un principio perenne e individualizado que habita y anima al cuerpo humano y que ocurrida la muerte transcurre un tiempo indefinido en el Más Allá hasta encontrar un nuevo cuerpo conveniente, reencarnando en éste.
Para todas las escuela iniciáticas esotéricas y de sabiduría la reencarnación es un hecho cierto y comprobado siendo por lo demás la causa primera por la cual cada persona durante su tránsito terreno debe procurar mejorar en sus facetas espirituales e intelectual, es en vista a un crecimiento trascendente que lo ligue - de manera definitiva y trasmutadora - con el plan del trazado por el Gran Arquitecto del Universo.
La reencarnación es una de las creencias más antiguas. Forma parte del hinduismo, el budismo y otras filosofías orientales. En Occidente la reencarnación tuvo adeptos entre algunos filósofos griegos. En nuestros tiempos se encuentra entre las enseñanzas de las sociedades teosóficas, los gurús indios, los psíquicos y el movimiento de la Nueva Era por el cual se han importado muchas creencias orientales casi nunca comprometiéndose a serios cambios de vida sino como algo que está de moda.
Las más antiguas civilizaciones como la sumeria, egipciachina y persa, la conocieron en profundidad pero esos saberes quedaban restringidos a los iniciados. Es por ello que los cultores de la historia oficial prejuzgan suponiendo que no creían en la reencarnación. Lo cual es absolutamente falso puesto que los sacerdotes dedicaban sus días a progresar espiritualmente y desentrañar lo más que les fuera posible las leyes universales a efectos de estar preparados para una futura vida mejor. El enorme esfuerzo que dedicaron a la edificación de pirámides, tumbas y demás construcciones funerarias no demuestra en absoluto que creyeran en una sola existencia terrestre. Puesto que dichos monumentos tuvieron otras finalidades y nunca fueron tumbas. Así sucede con las pirámides de Kheops, Kefren y Micerino en las que si bien jamás fue hallado un esqueleto humano o una momia, los egiptólogos ortodoxos siguen insistiendo en que fueron tumbas.
En verdad son monumentos a la sabiduría científica y esotérica.
Cuando apareció el Budismo en la India en el siglo V a. J.adoptó la creencia en la reencarnación. Y por él se extendió en la China, Japón, el Tíbet y más tarde en Grecia y Roma. Y así penetró también en otras religiones que la asumieron entre los elementos básicos de su fe. La primera vez que aparece la idea de la reencarnación es en la India en el siglo VII a. J.
Si rastreamos el tema de la reencarnación que en una de sus definiciones es que el alma de una persona muerta sea transferida al cuerpo de otro ser no aparece en ninguna de las fuentes básicas del judaísmo. Recién el "Zohar" y la mística cabalística proveen al judaísmo de una idea tal como la reencarnación. El judaísmo jamás aceptó la idea de una reencarnación. Así en el Salmo 29 leemos: "Señor, no me mires con enojo para que pueda alegrarme antes de que me vaya y ya no exista más" (v.14). Y el Libro de la Sabiduría dice: "El hombre en su maldad puede quitar la vida es cierto, pero no puede hacer volver al espíritu que se fue ni liberar el alma arrebatada por la muerte´´ (1614).
Fue recién en el año 200 a. J. cuando entró en el pueblo judío la fe en la resurrección y quedó definitivamente descartada la posibilidad de la reencarnación. Algunos eruditos creen encontrar el origen de estas ideas fuera del judaísmo quizás en las religiones extremo orientales que de algún modo llegaron a influir y ser parte de las creencias de reducidos grupos de judíos..El cristianismo nacido del judaísmo mismo es igualmente resurreccionista y no acepta la reencarnación.
El cuerpo más abundante de evidencia que apoya la doctrina de la reencarnación ha sido reunido por el doctor Ian Stevenson médico psiquiatra y parapsicólogo de la Universidad de Virginia que desde los años sesenta del Siglo XXse dedicó a indagar en casos de presunta "memoria extracerebral" atribuible a presuntas reencarnaciones. Y así como una imagen vale por mil palabras un relato extraído de las publicaciones hechas por Stevenson nos eximirá de mayores aclaraciones.
El caso que hemos elegido es el de Indika Guneratne un niño di Sri Lanka - allá donde decidió radicarse Arthur Clarke - nacido en 1962 y que Stevenson comenzó a estudiar seis años después.
Indika por primera vez comenzó a hablar cuando tenía unos dos años y uno o dos años después empezó a describir una supuesta vida anterior en la que había sido un acaudalado residente de Matara ciudad en la costa sur de Sri Lanka. Entre sus recuerdos se encontraban las características de la suntuosa mansión en que había resididoel auto Mercedes Benz que poseía como así también algunos de sus objetos preferidos y los elefantes que eran de su propiedad. Y otros datos muy precisos como que el nombre de su chofer había sido Premdasa.
El padre de IndikaG. D. Guneratne indagó en las declaraciones de su hijo descubriendo que un hombre de esas condiciones realmente había vivido en la ciudad indicada por su hijo. Pero no llevó adelante ninguna investigación más esto sí le cupo a Stevenson.
Así pudo determinar que se trataba de K. G. J. Weerasinghe, un acaudalado comerciante de maderas fallecido en 1960 dos años antes del nacimiento de Indika.
Stevenson pudo constatar que todos los dichos del niño coincidían salvo algunos detalles. El fallecido sólo tenía un elefante y no varios. Tampoco había sido dueño de un Mercedes. Pero y esto es igualmente extraordinario, la patente recordada por Indika coincidía con un automóvil de esa marca cuyo propietario había sido un vecino de un pueblo cercano. Los recuerdos coincidían en un 90% con la realidad histórica. Había algunos desaciertos, es verdad ¿pero puede la memoria - sobre todo la de un reencarnado - ser perfecta? Cabe aquí suponer que precisamente el hecho de que haya habido errores brinda mayor credibilidad a los dichos de Indika. Stevenson presenta a este caso como uno de los más sugestivos a favor de la reencarnación.
La creencia en la reencarnación va en franco crecimiento en todo Occidente. Así resulta asombroso comprobar cómo cada vez es mayor el número de los que aún siendo católicos, aceptan la reencarnación. Una encuesta realizada en la Argentina por la empresa Gallup reveló que el 33% de los encuestados cree en ella. En Europa el 40% de la población se adhiere gustoso a esa creencia. Y en el Brasil nada menos que el 70% de sus habitantes son reencarnacionistas. Por su parteel 34% de los católicos, el 29% de los protestantes y el 20% de los no creyentes, hoy en día la profesan.
Dr. Antonio Las Heras
Ideas reencarnacionistas se encuentran ya en la más antigua Tradición Hermética que afirma la existencia de un principio perenne e individualizado que habita y anima al cuerpo humano y que ocurrida la muerte transcurre un tiempo indefinido en el Más Allá hasta encontrar un nuevo cuerpo conveniente, reencarnando en éste.
Para todas las escuela iniciáticas esotéricas y de sabiduría la reencarnación es un hecho cierto y comprobado siendo por lo demás la causa primera por la cual cada persona durante su tránsito terreno debe procurar mejorar en sus facetas espirituales e intelectual, es en vista a un crecimiento trascendente que lo ligue - de manera definitiva y trasmutadora - con el plan del trazado por el Gran Arquitecto del Universo.
La reencarnación es una de las creencias más antiguas. Forma parte del hinduismo, el budismo y otras filosofías orientales. En Occidente la reencarnación tuvo adeptos entre algunos filósofos griegos. En nuestros tiempos se encuentra entre las enseñanzas de las sociedades teosóficas, los gurús indios, los psíquicos y el movimiento de la Nueva Era por el cual se han importado muchas creencias orientales casi nunca comprometiéndose a serios cambios de vida sino como algo que está de moda.
Las más antiguas civilizaciones como la sumeria, egipciachina y persa, la conocieron en profundidad pero esos saberes quedaban restringidos a los iniciados. Es por ello que los cultores de la historia oficial prejuzgan suponiendo que no creían en la reencarnación. Lo cual es absolutamente falso puesto que los sacerdotes dedicaban sus días a progresar espiritualmente y desentrañar lo más que les fuera posible las leyes universales a efectos de estar preparados para una futura vida mejor. El enorme esfuerzo que dedicaron a la edificación de pirámides, tumbas y demás construcciones funerarias no demuestra en absoluto que creyeran en una sola existencia terrestre. Puesto que dichos monumentos tuvieron otras finalidades y nunca fueron tumbas. Así sucede con las pirámides de Kheops, Kefren y Micerino en las que si bien jamás fue hallado un esqueleto humano o una momia, los egiptólogos ortodoxos siguen insistiendo en que fueron tumbas.
En verdad son monumentos a la sabiduría científica y esotérica.
Cuando apareció el Budismo en la India en el siglo V a. J.adoptó la creencia en la reencarnación. Y por él se extendió en la China, Japón, el Tíbet y más tarde en Grecia y Roma. Y así penetró también en otras religiones que la asumieron entre los elementos básicos de su fe. La primera vez que aparece la idea de la reencarnación es en la India en el siglo VII a. J.
Si rastreamos el tema de la reencarnación que en una de sus definiciones es que el alma de una persona muerta sea transferida al cuerpo de otro ser no aparece en ninguna de las fuentes básicas del judaísmo. Recién el "Zohar" y la mística cabalística proveen al judaísmo de una idea tal como la reencarnación. El judaísmo jamás aceptó la idea de una reencarnación. Así en el Salmo 29 leemos: "Señor, no me mires con enojo para que pueda alegrarme antes de que me vaya y ya no exista más" (v.14). Y el Libro de la Sabiduría dice: "El hombre en su maldad puede quitar la vida es cierto, pero no puede hacer volver al espíritu que se fue ni liberar el alma arrebatada por la muerte´´ (1614).
Fue recién en el año 200 a. J. cuando entró en el pueblo judío la fe en la resurrección y quedó definitivamente descartada la posibilidad de la reencarnación. Algunos eruditos creen encontrar el origen de estas ideas fuera del judaísmo quizás en las religiones extremo orientales que de algún modo llegaron a influir y ser parte de las creencias de reducidos grupos de judíos..El cristianismo nacido del judaísmo mismo es igualmente resurreccionista y no acepta la reencarnación.
El cuerpo más abundante de evidencia que apoya la doctrina de la reencarnación ha sido reunido por el doctor Ian Stevenson médico psiquiatra y parapsicólogo de la Universidad de Virginia que desde los años sesenta del Siglo XXse dedicó a indagar en casos de presunta "memoria extracerebral" atribuible a presuntas reencarnaciones. Y así como una imagen vale por mil palabras un relato extraído de las publicaciones hechas por Stevenson nos eximirá de mayores aclaraciones.
El caso que hemos elegido es el de Indika Guneratne un niño di Sri Lanka - allá donde decidió radicarse Arthur Clarke - nacido en 1962 y que Stevenson comenzó a estudiar seis años después.
Indika por primera vez comenzó a hablar cuando tenía unos dos años y uno o dos años después empezó a describir una supuesta vida anterior en la que había sido un acaudalado residente de Matara ciudad en la costa sur de Sri Lanka. Entre sus recuerdos se encontraban las características de la suntuosa mansión en que había resididoel auto Mercedes Benz que poseía como así también algunos de sus objetos preferidos y los elefantes que eran de su propiedad. Y otros datos muy precisos como que el nombre de su chofer había sido Premdasa.
El padre de IndikaG. D. Guneratne indagó en las declaraciones de su hijo descubriendo que un hombre de esas condiciones realmente había vivido en la ciudad indicada por su hijo. Pero no llevó adelante ninguna investigación más esto sí le cupo a Stevenson.
Así pudo determinar que se trataba de K. G. J. Weerasinghe, un acaudalado comerciante de maderas fallecido en 1960 dos años antes del nacimiento de Indika.
Stevenson pudo constatar que todos los dichos del niño coincidían salvo algunos detalles. El fallecido sólo tenía un elefante y no varios. Tampoco había sido dueño de un Mercedes. Pero y esto es igualmente extraordinario, la patente recordada por Indika coincidía con un automóvil de esa marca cuyo propietario había sido un vecino de un pueblo cercano. Los recuerdos coincidían en un 90% con la realidad histórica. Había algunos desaciertos, es verdad ¿pero puede la memoria - sobre todo la de un reencarnado - ser perfecta? Cabe aquí suponer que precisamente el hecho de que haya habido errores brinda mayor credibilidad a los dichos de Indika. Stevenson presenta a este caso como uno de los más sugestivos a favor de la reencarnación.
La creencia en la reencarnación va en franco crecimiento en todo Occidente. Así resulta asombroso comprobar cómo cada vez es mayor el número de los que aún siendo católicos, aceptan la reencarnación. Una encuesta realizada en la Argentina por la empresa Gallup reveló que el 33% de los encuestados cree en ella. En Europa el 40% de la población se adhiere gustoso a esa creencia. Y en el Brasil nada menos que el 70% de sus habitantes son reencarnacionistas. Por su parteel 34% de los católicos, el 29% de los protestantes y el 20% de los no creyentes, hoy en día la profesan.
Dr. Antonio Las Heras