Escucha tu propio silencio. Una forma de meditación consiste en escucharte profundamente. Encuentra un tiempo y un lugar para sentarte tranquilo y en silencio unos veinte minutos. Permite que tus oídos se abran y se relajen. Intenta captar el sonido más leve que seas capaz de escuchar, puede ser la ropa que está en la lavadora. Sigue escuchando, oye la electricidad a través de sus cables. Continúa y escucha el latido de tu propio corazón. Sigue escuchando.
Aprende de tu respiración. Cada vez que exhalas, te dejas ir y confías intuitivamente en que viene otra inhalación que te mantendrá vivo. Sin embargo, muchas veces nos pasamos la vida entera codiciando, aferrándonos a las cosas, apretándolas tan fuerte que casi las estrangulamos y les quitamos la vida, incluso aquellas que no son esenciales o que nos perjudican. Escucha tu respiración y hazle caso al mensaje que te transmite: déjalo ir.
Observa tus pensamientos. Intenta observar el punto donde un pensamiento termina y empieza el siguiente. Empezarás a ver tus pensamientos uno tras otro. Ahora intenta percibir el espacio que hay entre ellos. Sé consciente de que ese espacio aumenta poco a poco, pero no te obligues a expandirlo, sólo obsérvalo.
Cuánto más practiques ver ese intervalo entre pensamientos, más se irá estirando este espacio de forma natural. Así podrás ir vaciando tu mente para poder volver a llenarla de un modo consciente.Tzivia Gover - Toma la vida con calma