
Cuando respiro profundamente, siento que mi cuerpo descansa y me calmo. Al inspirar y exhalar, me aquieto y escucho a la voz interna que sabe lo que debo hacer.
Ordeno mi pensamiento y recuerdo mi vínculo con el Espíritu divino.
Cuando mi mente está centrada en Dios, estoy en paz.
Mantener una visión de paz, amor y armonía para ti y para el Mundo ayuda a que todos seamos mas felices.
Namaste
susana colucci
Inspirado en "La palabra diaria"